jueves, 26 de septiembre de 2013

Las brujas de Zugarramurdi (2013). Álex de la Iglesia



Delirante y exquisita serían las dos palabras más acordes para definir, brevemente, la nueva locura fílmica de Álex de la Iglesia. Un autor, tal como suena por mucho que moleste el apelativo a parte de la parroquia cinéfila, A-U-T-O-R, que ha vuelto a reincidir en lugares comunes de su obra en una nueva demostración de estilo, logrando construir su propuesta más fantástica —en género y resultado— hasta el momento, y con la colaboración en el libreto del estimable Jorge Guerricaechevarría.
Ya desde sus brillantes títulos de crédito iniciales, donde coquetea con féminas, damas y brujería, deja entrever el fuerte papel de la mujer en el film. Un protagonismo extremo que recaerá de forma lapidaria sobre los actores Hugo Silva y Mario Casas, figurinistas y artífices de uno de los atracos más divertidos y suicidas vistos en mucho tiempo en pantalla. Una acción kamikaze que los conducirá hasta la población de Zugarramurdi, marco ideal para que el realizador vasco, jugando en casa, explore y explote géneros (comedia, acción, terror) y nos devuelva a su siniestro y emocionante universo, demencial y sin escrúpulos, para ser testigos de un monumental y salvaje aquelarre sónico.
 
Situados en un cosmos alimentado de nigromancia, donde cabe el amor, la ferocidad e incluso un sarcástico grito de auxilio frente al ámbito mujeril, con y sin sexo femenino entre sus piernas, pura incorrección marca de la casa, De La Iglesia, apoyado en un magnánimo reparto de tríos, Carmen Maura, Carolina Bang y Terele Pávez por un lado, y Hugo Silva, Mario Casas y Jaime Ordóñez por el otro, sentencia de forma soberbia una crónica de infarto e invocaciones acompañado por un clan de excelentes secundarios: Macarena Gómez, Secun de la Rosa, Javier Botet, Carlos Areces, Enrique Villen… a José Luis Moreno habría que darle de comer aparte.
Con un ejercicio final inmenso y descontrolado, a la vez que maravilloso, ¡una oda al caos!, Álex se reafirma como uno de los realizadores más interesantes del panorama cinematográfico mundial; íntegro, excitado, de constante movimiento, un torbellino del séptimo arte.

viernes, 19 de julio de 2013

EXPEDIENTE WARREN THE CONJURING (2013). James Wan



Desde el primer minuto de película las directrices expuestas por el realizador malasio en su film número cinco son claras, no hay dudas para un espectador intrépido del monstruo al que se va a enfrentar. Wan, maestro avanzado en atmósferas, nos sitúa en esta ocasión en décadas pasadas, concretamente en los setenta, plasmando en pantalla colosalmente dicha época gracias a una labor de vestuario, utilería y música formidable, para empujarnos a una ceremonia solemne de terror. Arrastrándolo todo hacia la descomposición del núcleo familiar a base de perturbadores ambientes, repulsivas fragancias y organismos pretéritos donde fenómenos, sistemas y efectos se unifican y revelan.

Apoyada en regresivos sonidos como si de un fatídico virus se tratara, entra, se establece y te carcome, conjuga obras anteriores, véanse Silencio desde el mal (2007) o Insidious (2010), se ampara en el mejor Friedkin y ejecuta una pieza magistral, técnicamente impecable, ascendente/descendente en todo momento y soterrada en lo tenebroso; quebranta leyes y personajes, no vacila a la hora de abatir todo lo que circula por nuestras retinas y encima te arrincona en la butaca, te desafía y esparce el impulso de la bestia hasta alcanzar el éxtasis infernal. Finalmente, y al igual que hizo con Saw (2004), escribe en letra mayúscula su nombre y se corona como el Príncipe de las Tinieblas.

martes, 2 de abril de 2013

El último adiós a Jesús Franco



Son varias las ocasiones, en estos últimos años, que tuve oportunidad de estar al lado de Jesús Franco y Lina Romay, charlando, comiendo e incluso compartiendo sala de cine. De todas ellas, en esta triste noche de martes, día en el que definitivamente Jesús se ha marchado para continuar agrandando su filmografía en el más allá, recuerdo especialmente la visita de ambos a la ciudad de Barcelona para asistir a un ciclo organizado por la Filmoteca de Catalunya y dedicado a la obra de Jesús Franco.
Era el martes 27 de febrero del año 2007, hace ahora algo más de seis años. Ambos, en el interior de la Filmoteca, y observados por un servidor, recuerdo que hablaban, se miraban, reían, quizás viendo todo aquello que les rodeaba. Nada fuera de lo normal, pero supongo que Jesús y Lina encontrarían cierta gracia a todo aquello; o quizás reían por algo totalmente ajeno al acto, ya nunca lo sabré…
Yo, mientras tanto, los observaba detenidamente y pensaba en todo el trabajo que habían realizado en conjunto, las miles de historias que tenían que tener en sus mentes, todo lo que Jesús Franco había tenido que pasar hasta llegar allí aquel día, en fin, daba vueltas al mundo que el realizador madrileño, y acompañado de su musa y pareja, había levantado en estas últimas cinco décadas, que se dice rápido.
Un bastión de celuloide y vídeo repleto de títulos inclasificables, otros inacabados, obras maestras, desastres arqueológicos, en definitiva, una obra venerada en todo el mundo. Y de golpe, aquella persona que levantaba pasiones y odios al mismo tiempo, estaba allí sentada, a la espera de una señal, y listo, como el resto de la sala, al inicio de Miss muerte (1965).
Era la primera vez que iba a poder ver aquella película, situada por un servidor en lo más alto dentro de la obra de Franco, en una sala de cine, en 35mm, y su creador allí dentro, entre nosotros, quizás, observando las reacciones del público. Nervios… palpitaciones… emoción... un recuerdo maravilloso.
Tras acabar y disfrutarla como si fuera la primera vez que la veía Jesús se marcó una charla entrañable, simpática, extensa, y que más de uno de los que estábamos allí habríamos pagado para que continuara hablando toda la noche.

Al acabar, y sin tiempo de poder estrecharle la mano, fueron conducidos, Jesús y Lina, al interior de una pequeña sala de la Filmoteca para realizar una entrevista de radio. Esperando, recuerdo que salió Lina, quizás a fumar, y le pregunté si acabarían pronto, a lo que ella me contestó que sí. Unos minutos más tarde allí estaban, ya sin prisas, ni agobios, prácticamente no quedaba nadie fuera de la Filmoteca. Era el momento de situarme delante del colosal, aunque pequeñito, Jesús Franco.
Conversamos un rato los tres, aunque él ya estaba cansado, y nos hicimos algunas fotos. “Baja que eres muy alto”, me soltó mientras Lina nos hacía una de ellas. Lógicamente, le pregunté algunas cosas acerca de Miss muerte, uno de mis títulos favoritos de su filmografía, y también acerca de Los depredadores de la noche (1988), otra de mis favoritas y, a su vez, su última gran película hasta el día de hoy. Gracias a ella, y muchos años atrás, había accedido al maravilloso, y entonces desconocido, mundo de Jesús Franco. Aquel título había abierto las puertas de lo prohibido para un chaval que, en cuestión de días, tendría oportunidad de verla por primera vez en una pantalla de cine. Ahora ya sin Jesús en la sala pero con aquel maravilloso recuerdo en mi memoria. Una imagen imborrable e irrepetible. ¡Hasta siempre!

miércoles, 27 de marzo de 2013

LOS ÚLTIMOS DÍAS (2013). Álex Pastor & David Pastor



Cuatro años han pasado desde que los hermanos Pastor, en suelo norteamericano, realizaran la correcta Carriers (Infectados) (2009). Título que en cierta manera guarda conexiones con Los últimos días… tales como la sombra del Apocalipsis, la incertidumbre e interrogantes de sus protagonistas a lo largo de la cinta y su constante aroma a road movie, en esta ocasión subterránea, alejada ya de espacios infinitos y carreteras como en su opera prima.
Ubicada ahora la acción en la ciudad de Barcelona, un acierto de aplaudir a rabiar, el efectista tándem compuesto por Quim Gutiérrez y José Coronado, éste último al más puro estilo Santos Trinidad, ¡bien!, se sumergen en la red del metro y alcantarillado de la ciudad condal en busca de sus respectivos objetivos y con una alianza llamada GPS. El impedimento de contactar con la atmósfera y la celeridad de llegar a lugares bien distintos por las mismas grutas transformarán a la pareja en un singular dúo dispuesto a todo por sus estimados.

Asombrosa y terrorífica, vista Barcelona bajo el prisma de los Pastor, los hermanos confeccionan un título vibrante y emotivo que se desplaza por diversos géneros (terror, ciencia ficción, aventuras y acción); al igual que el espectador, movido y tratado como una ficha de ajedrez, de atrás hacia delante y viceversa, en un tablero derruido y envuelto en llamas que, a buen seguro, nunca olvidará.
En Los últimos días, donde el enigma está ubicado en el exterior, como ya apuntaba Shyamalan en la extraordinaria El incidente (2008), los espacios abiertos pasan a ser estériles y en cambio los interiores abundantes de pobladores. Una situación que nos llevará por pasajes excitantes, como el de la iglesia, ¡imponente!, o la llegada al supermercado de Quim, por un momento transportado a Vinyan (Fabrice du Welz, 2008) con esos niños tan oscuros y aborígenes.
Todo en conjunto alza un peldaño más una de las sorpresas del cine de género estatal de estos últimos años. Y es que ver ciertos espacios de Barcelona descompuestos y bajo la bandera de la catástrofe es un plus.
Su tramo final, respirando cine entre butacas y pantalla desbaratada, ¡ojo también a esa Vía Laietana renacentista!, asoma cierto descontrol que, a esas alturas, ya podemos aceptar y disfrutar.

LOS ÚLTIMOS DÍAS: BARCELONA BAJO LA SOMBRA DEL FIN DEL MUNDO, entrevista con los realizadores Álex Pastor y David Pastor



En Arc del Triomf, uno de los escenarios de Los últimos días (2013), me citan las estupendas Sandra Ejarque y Ainhoa Pernaute, ¡en breve tenéis vuestra foto!, con los realizadores David y Álex Pastor para conversar sobre su reciente película, un film apocalíptico ubicado en la ciudad de Barcelona.
Con algunos obligados tabús durante la conversación cara a no desvelar nada al lector, y fans que aparecen de golpe en busca de una instantánea con los hermanos, se va materializando una entrevista que revuelve en su opera prima, en sus estancias y modus operandi en EE.UU. y, lógicamente, se traslada también a la desdibujada ciudad condal que tan bien han sabido plasmar en la pantalla.

Vuestro debut en el largo, Carriers (Infectados) (2009), y Los últimos días guardan ciertos paralelismos, tales como el Apocalipsis, la inquietud y las dudas ante semejante catástrofe y cierto aire a road movie. ¿Por qué volvéis a apostar por estos temas? ¿Podemos hablar de una prolongación? ¿Quizás visteis tras rodar Carriers que se podían contar más cosas semejantes ubicando ahora la película en otra localización?
Álex: No nace con una voluntad de contar cosas que se nos hubiesen quedado en el tintero. La idea ahora estaba en la agorafobia como culminación de las fobias, angustias y otras cosas del mundo occidental del siglo XXI, es la raíz de la historia. El Apocalipsis surgió como algo inevitable o natural de la premisa. Al principio hubo una primera reacción de: “nos vamos a volver a meter en el mismo terreno”. Pero la historia nos gustaba lo suficiente y estamos enamorados con los conceptos, ¡así que adelante y a escribir! Nunca pensamos que sería nuestra siguiente película, hubo otros proyectos por el medio que nunca se llegaron a realizar. Y dio la casualidad que fueron películas consecutivas cuando perfectamente podía no haber sido así.

¿Escribías la historia con la cabeza puesta en la ciudad de Barcelona o surge a medida que avanza el proyecto?
David: Primero fue la historia y luego la ambientación. Era importante el concepto y luego, a la hora de ambientarla, sí que pensamos en ambientarla debido a que es nuestra ciudad. Un sitio donde nunca se ha hecho este tipo de película y donde creemos que las imágenes van a tener más fuerza para el espectador, precisamente por que es una ciudad real. La realidad que el espectador conoce y que va a ver reflejada en la pantalla y después transformada en ese mundo apocalíptico, pero siempre partiendo de esa base real.
Álex: Nunca salió la idea de hacer una película en Barcelona, pero sí que estaba claro que tenía que ser una ambientación cosmopolita, urbana, por que iba con la historia de la película: la ciudad es la representación más clara de la civilización occidental y de la manera de vivir. Tenía que ser un núcleo urbano importante y traerlo a Barcelona fue a posteriori.

¿En algún momento pensasteis realizar la película ubicándola en algún punto de EE.UU.?
David: Como todo siempre se plantea, se habla, se discute… pero era una película que tenía más posibilidades aquí. En EE.UU. nos hubiesen pedido muchas explicaciones del por qué de la epidemia, si son extraterrestres, los móviles, el volcán… mientras que aquí teníamos más libertad para no dar explicaciones y hacer la película que queríamos, sin necesidad de poner malos, antagonistas…

¿Una “libertad” imposible en EE.UU.?
David: Sí. Allí hay algunas concepciones estrechas de lo que es el cine comercial. Pasado por reglas más estrictas. Aquí en España, afortunadamente, es un poco más amplio. Una película como Mientras duermes, que nos gusta mucho, por ejemplo, aquí se considera un thriller comercial y allí sería una película minoritaria y de ciertos elementos que podrían violentar al espectador…
Álex: El hecho de que el héroe sea el malo les costaría un poco, y cuando entras en el terreno de la violencia sexual…

¿Muchos problemas entonces con vuestro debut en EE.UU. hace ahora cuatro años?
Álex: Sí y no… Lo que nos dimos cuenta es que había que navegar esas aguas con mucha más diplomacia, más mano izquierda, sabiendo que, para conseguir algunas cosas, tenías que ceder en otras. Y siempre intentando saber que era lo más importante de conservar en la película. Es una manera de trabajar que, aunque te salgas con la tuya, y consigas hacer la película que quieras, te casca. No es la mejor manera. El jefe de la división del estudio de Paramount nos dijo que era una película muy adulta, nos lo dijo para bien y para mal. Para él como espectador era bueno, le gustaba más que otras que había hecho, pero ya se olía que sería difícil venderla. Era más fácil el rollo teenager
Es el tipo de película que queríamos hacer y de alguna manera nos ha abierto puertas para otras como por ejemplo Los últimos días.

Veo entonces por vuestras palabras que las diferencias deben ser grandes a la hora de levantar una película en España o en EE.UU.
David: Sí. En el modelo de EE.UU. tienes al estudio que decide poner sobre la mesa el dinero que va a costar esa película y la haces, es todo más rápido y más fácil. La contrapartida es que ellos son los propietarios del proyecto y debe quedarte claro quien manda. Sobre todo cuando surgen diferencias de opiniones; cuando todo va estupendo ningún problema, cuando hay desacuerdos es cuando todo queda claro. En España el modelo de levantar una película es mucho más laborioso, mucho más de conseguir diversas fuentes, productoras, televisiones, instituciones públicas, irte al resto de Europa… un proceso lento. Debes construir un puzzle sobre la financiación.

En una entrevista reciente que he visto por Internet, y relacionada con la campaña de vuestra nueva película, Álex mencionaba films como Abre los ojos (1997) y Tesis (1996), ambos de Alejandro Amenábar, o El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1995), en relación a que aquí también podían hacerse ese tipo de películas en el momento que las vio. Y es curioso que lo digas tú, cuando para vuestro debut tenéis que cruzar el charco, al igual que otros compañeros de profesión como Jaume Collet-Serrat, Luiso Berdejo o Víctor García.
Álex: Tenemos una percepción que, cuando los cineastas españoles se van a trabajar a EE.UU., de alguna manera hay un interés especial de Hollywood hacia España y, lamentablemente, no es cierto. Se debe a que EE.UU. siempre ha sido un muy buen ladrón de cerebros que se ha dedicado a captar talentos extranjeros de cualquier país cuando le ha interesando. Y esto ha pasado desde Fritz Lang. No distinguen la nacionalidad, simplemente es una industria muy grande que genera muchas películas y que está atenta a captar talentos. No creo que hayamos abierto ninguna frontera… allí nos fuimos por necesidad, aquí no había manera de debutar. Una respuesta que recibíamos mucho era la de que no producimos operas primas. ¿Si nadie produce una opera prima como vas a debutar? Por eso hay tanto realizador español allí abriéndose paso. La situación aquí es de inseguridad, incerteza, de no saber realmente como se van a financiar la nueva tanda de películas. Una situación que lleva, como en otros tantos campos en este país, a plantearse irse de España; los cineastas, desgraciadamente, no son los únicos. Y ten en cuenta que la mitad de las películas estadounidenses las hacen extranjeros.

Retomando Los últimos días, situar la acción en Barcelona es uno de sus aciertos. Ir viendo a medida que avanza la cinta lugares emblemáticos de la ciudad condal bajo la estela de la catástrofe es magnífico. Además de espacios como la red del metro o el centro comercial Gran Vía 2. Deduzco que poder contar con estos puntos no tuvo que ser tarea fácil…
Álex: Fácil no fue, nunca lo es. Un trabajo de convencer a mucha gente, reuniones, tranquilizar de que no se va a romper nada y todo quedará igual…
Un percal logístico ya que vas a acceder a unos espacios, si te los dejan, los días que a ellos les conviene. Como por ejemplo el Gran Vía 2, ya que está abierto al público. Eso significa construir un plan de rodaje muy complicado, con poco margen de maniobra, y donde si algo sale mal la localización la pierdes. Rodar en el Gran Vía 2 era únicamente poder rodar un día, eso significa que no podíamos decorar y ambientar el espacio como nosotros queríamos. Al final tuvimos la suerte de un puente y obtuvimos de esta manera dos días seguidos. La gente de arte entró a “destrozar” el local durante todo el domingo y luego entramos el lunes a rodar. Teníamos que realizar todas las escenas en un solo día, algo arriesgado ya que, si no daba tiempo, no íbamos a poder volver. Y cuando nos fuimos la gente de arte se iba a pasar toda esa noche trabajando para que al día siguiente estuviese todo impecable. Fue duro y complicado pero muy bien.

La película tiene la capacidad de poder ir moviéndose con soltura por diversos géneros, algo que en algunas producciones tiende a no acabar de funcionar. En Los últimos días sí funciona, tanto su apartado más cercano al terror o la ciencia ficción, como la utilización de la acción y la aventura para dotar al film de dinamismo, e incluso para acercarlo también a un público más amplio.
Álex: No hay una voluntad teórica de mezclar géneros. Es el reflejo del gusto ecléctico que tenemos de los distintos tipos de cine. Se puede hacer algo emocionante y, a la vez, emotivo; de sentimiento y de emociones fuertes; creo que todo esto se mezcla en la película. Es un film de acción, de aventuras… una historia de amor y de amistad. Y en el fondo, por inconsciencia o por ambición, lo queremos meter todo.
David: También es cierto que cada historia te pide una cosa. Trabajas una historia y al ver por donde quieres llevarla, como quieras acabarla, que mensaje quieras dar, miras hacia un género u otro.

Otro acierto es la pareja formada por Quim Gutiérrez y José Coronado, éste último con un perfil similar al Santos Trinidad confeccionado por Enrique Urbizu en No habrá paz para los malvados (2011). ¿Tuvisteis en mente desde bien temprano los actores que podían llevar el peso de la película o por el contrario se trató de un casting complejo?
David: Desde el principio queríamos una diferencia de edad entres los personajes, una diferencia generacional, y algo más allá de los dos colegas. Algo arriesgado en España ya que actores de la edad de Coronado tampoco hay tantos. Era una opción donde nos jugábamos todo, pero tuvimos la suerte de que José aceptó, si no nos hubiésemos quedado un poco en bragas... Nos gustaba mucho y ya lo teníamos en mente escribiendo el guión, y eso era antes del estreno de No habrá paz para los malvados. Oí hablar de ella cuando ya teníamos el guión escrito y fuimos a Tele 5, Antena 3, etc. a presentar el proyecto, ahí fue donde vimos el póster. Preguntamos qué era y nos dijeron que era una película que estaban haciendo con Urbizu pero que no sabían como iba a ir ya que era muy oscura, algo así como “el teniente corrupto que salva el mundo”, y dije: “interesante” [risas]. El póster molaba y también las pintas. Y el éxito de la película de Urbizu nos ayudó, no para convencernos nosotros, si no para convencer a productores y demás, para que vieran que Coronado era el ideal. Quim es muy distinto, con una técnica distinta, un contraste interesante.

Supongo que continuar trabajando aquí sería de vuestro agrado pero viendo la situación, que anteriormente comentábamos, cualquiera de los dos puntos, España o EE.UU., serán bien recibidos…
Álex: A nosotros nos encantaría seguir trabajando aquí, y lo seguiremos intentando, pero sería inconsciente por nuestra parte no seguir manteniendo puertas abiertas en los dos lados del charco.
Admiramos la carrera de Guillermo del Toro que es suficientemente listo como para determinados proyectos, cercanos a la cultura norteamericana, hacerlos allí, y otros proyectos más personales en Europa o España. Intentaremos ir por las dos bandas, es la riqueza.
David: También la frontera entre una película estadounidense y española se está difuminando cada vez más. Mira casos como Lo imposible o Mamá. Son de nacionalidad española, pero en el caso de Mamá pagado por dinero de la Universal, o Lo imposible, con el apoyo de Summit. No está tan claro como antes, no sé si es malo o es bueno…

¿Ahora toca descansar o bien reiniciar la maquinaria para dar comienzo un nuevo proyecto?
David: Nunca hay tiempo de descansar y disfrutar. Cuando las cosas te van bien las tienes que aprovechar, y cuando te van mal tienes que trabajar el doble para remontar ese momento, así que nunca hay paz para los malvados. No sabemos cual será el siguiente proyecto… hay que seguir luchando y levantar el máximo número de proyectos y confiar en que uno de ellos salga adelante.

Por último, ¿habéis pensado en una posible separación para probar cada uno en solitario en el campo del largometraje?
David: Me da mucha pereza…
Álex: En el pasado lo hicimos con los cortos y sabemos lo que es. Mientras la cosa funcione la siguiente será en conjunto. Si en la otra nos peleamos a muerte entonces habrá un cambio [risas]. Ahora mismo funcionamos mejor juntos que separados, es más divertido y se siente uno menos solo cuando está perdido en un hotel.                                                             

martes, 26 de febrero de 2013

DANCE OF THE DEAD: UN BAILE DE FIN DE CURSO INOLVIDABLE, entrevista con el realizador Gregg Bishop



¿Es Dance of the dead (2008) una especie de tributo a películas como El terror llama a su puerta (Fred Dekker, 1986) o El regreso de los muertos vivientes (Dan O’Bannon, 1985)?
¡Sí! El guionista se inspiró en El regreso de los muertos vivientes y en un montón de películas de zombies de los años setenta y ochenta. Yo me inspiré, principalmente, en películas como Los Goonies, Una pandilla alucinante, Posesión infernal y La noche de los muertos vivientes. ¡Flipé cuando leí el guión! Hace ya diez años, cuando el guionista, Joe Ballarini, y yo íbamos a la escuela de cine de la USC.

Teniendo cierta presencia la comedia, veo que te tomas muy en serio durante todo el metraje a los zombies…
Al rodarla tuve una regla de oro: que los zombies fueran una amenaza en todo momento. Los zombies siempre dan miedo y quieren comerte. Nunca nos burlamos de ellos ni quitamos dramatismo a las situaciones de peligro. Si lo haces ya no hay amenaza, y la película se te queda tonta. El humor proviene de las reacciones de los personajes en esas situaciones y de que éstos tengan que formar equipo con otras personas con las que normalmente no se juntarían. En gran parte, también es mérito de nuestros actores. En cuanto me dieron luz verde, la primera llamada que hice fue a Jonanthan Spencer, el director de casting. Dicen que el 80% del trabajo del director está en el casting. Le dije a Jonanthan que quería adolescentes de VERDAD que interpretaran a chicos de su edad, y no actores de 25 años que hicieran de estudiantes de instituto porque queda fatal. Quería chicos que fueran buenos en improvisación y que pudieran aportar algo nuevo a sus papeles. Entre Los Ángeles y Atlanta, vimos a 600 chicos y elegimos a los mejores de los mejores para nuestro extenso reparto. Me encantan nuestros actores.

Desde mi punto de vista, tanto Dance of the dead como Otto; or, up with dead people (2008) de Bruce Labruce han conseguido dar un nuevo aire al cine de zombies, algo estancado en producciones muy similares que han surgido en estos últimos años.
Muchas de las películas de zombies que se ven hoy en día son bastante lúgubres y deprimentes, y al final quieres que ganen los zombies porque no soportas a las personas. En Dance of the dead, te encariñas con los personajes. Me recuerdan a mis compañeros de instituto y a mis propias experiencias estudiantiles (excepto por los zombies). Para mí, la película trata de un grupo de chicos que, en circunstancias normales, no se dirigirían la palabra… pero que se ven obligados a unirse para luchar por sus vidas. Es divertido ver que, en situaciones extremas, se rompen las barreras sociales. En cuanto a Otto; or, up with dead people aún no la he visto, pero me han hablado muy bien de ella.

¿Con qué presupuesto habéis contado para realizar la película? Supongo, viendo todo el trabajo de efectos especiales, que en su elaboración se ha tenido que ir una buena parte… ¡Son excelentes!
¡Gracias! Toby Sells se encargó de la apabullante cantidad de maquillaje de los zombies y de los efectos especiales mecánicos. También hubo algunos efectos digitales aquí y allá. Lo más probable es que el público ni siquiera lo note. De hecho, en los comentarios del DVD, revelamos el presupuesto…

¿Cómo surgió que el despertar de los zombies de sus tumbas fuese así de brutal e impactante? ¡El realmente terrorífico!
A Joe Ballarini, el guionista, se le ocurrió que los zombies tenían que hacer una entrada triunfal y salir disparados de sus tumbas. A mí me encantan los zombies de Romero con sus movimientos lentos pero, en nuestra película, los zombies hacen todo lo que siempre has querido que hagan: son más malos, más rápidos y más guays.

¿Qué nos puedes contar acerca de tu anterior película The other side (2006) y tu cortometraje Voodoo (1999)?
Al terminar mis estudios en la escuela de cine, me fui a la ciudad con el guión de Dance of the dead bajo un brazo y mi corto Voodoo bajo el otro. Pero, por más que intentamos, no conseguimos sacar el proyecto adelante. Parece que los planetas tenían que alienarse. El problema era que, en aquel entonces, nadie hacía películas de zombies, y nadie quería arriesgarse con un director novel. Así que me sentí tan frustrado que decidí coger 15.000$ (las ganancias de Voodoo) para financiar mi propio largometraje y demostrar que yo valía. Ese largometraje era The other side, que acabó estrenándose en el Festival de Cine de Slamdance (EE.UU.), donde fue seleccionado para un estreno limitado en salas. Un productor llamado Ehud Bleiberg vio la película, y así nació finalmente Dance of the dead.

Y ya para finalizar, ¿tendremos oportunidad de ver una segunda entrega de Dance of the dead? Su final da qué pensar…
De hecho, Joe y yo, ya tenemos planificada la segunda parte, y es completamente alocada y divertida. La haré únicamente si Joe escribe el guión y el reparto original está disponible.   
Diego L

Extracto de la entrevista realizada a Gregg Bishop en el año 2008 y publicada en el fanzine El Buque Maldito #10 (enero, 2009).

jueves, 10 de enero de 2013

EL PÁRAMO (2011). Jaime Osorio Márquez



La coproducción entre España, Colombia y Argentina El páramo es un síntoma significativo de los malos tiempos que corre la distribución en nuestro país. Con un enorme retraso y prolongados cambios en su fecha de estreno pone de manifiesto la inseguridad de las distribuidoras y la desconfianza de éstas en los espectadores y el producto adquirido. Un signo preocupante, que se dilata ya demasiado, y que a simple vista parece no encontrar una resolución que satisfaga a ninguna de las fracciones implicadas en esta larga contienda. Un tira y afloja que no hace más que  agravar esta situación conduciendo a todas las partes, productores, distribuidoras, salas de exhibición y público, hacia un futuro oscuro. Un punto tenebroso como el que encuentran los protagonistas de El páramo, un comando militar del ejército, cuando deciden ascender a una base situada en alta montaña en busca de unos compañeros con los que han perdido el contacto. Su llegada, augura un amenazador acontecimiento…

Jaime Osorio, en una admirable combinación de terror y cine bélico, logra traspasar la barrera de la emboscada guerrillera y apuntala la historia hacia el espanto y los miedos personales de un escuadrón militar fracturado y desprotegido capaz de sublevarse a sus mandos. Hermética, de siniestros y aterradores desenfoques, de símbolos que apuntan al Diablo y oraciones como último recurso se constituye la excelente opera prima del colombiano. Una cinta sanguinaria, de progreso lento como herramienta y eficaz gracias a una densa fotografía y una niebla envolvente de consternación. Con hedor a muerte y plomo hasta desgastar a los soldados e introducirlos en mortíferas visiones, las páginas de la bitácora como anunciante del Mal y las paredes como protección dibujan un panorama de nigromancia y desolación capacitado para arrollar a todo aquel que desafíe a la meseta.

EL PÁRAMO: EL TERROR SURGE DE LA BASE, entrevista con el realizador Jaime Osorio



El páramo (2011) es una excelente combinación de terror y cine bélico, un tipo de propuesta poco habitual en estos tiempos. ¿Cómo surge?
Colombia vive un enfrentamiento armado entre diferentes ejércitos desde hace varias décadas. Esto, como siempre, lo termina sufriendo la población civil, la gente del campo que es asesinada por unos u otros, o es obligada a desplazarse y abandonar sus tierras y sus familias. La combinación de guerra y horror es vivida todos los días en este país por muchas personas, así que la combinación de los dos géneros en el cine es apenas natural. Digo horror más que terror porque El páramo no busca sólo asustar al espectador sino sumergirlo en el horror. El horror no se acaba cuando se encienden las luces de la sala sino que se queda con uno, carcomiéndolo por dentro, porque lo pone frente a un espejo y le muestra qué tan oscuro puede llegar a ser.

Rodada en una base militar real a 4.300 metros sobre el nivel del mar, su realización tuvo que ser compleja.
Hay muy poco oxígeno a esa altura así que cualquier tarea física termina siendo una proeza de no estar acostumbrado. La intensidad del frío, la lluvia, la neblina y la falta de oxígeno desgastaban al equipo y a los actores, que caían como moscas durante el rodaje. Los paramédicos que nos acompañaron durante la filmación tenían que llevar todos los días por lo menos un enfermo a la ciudad más cercana, más de 2.000 metros abajo.

Supongo entonces que el rodaje tuvo que ser duro…
El mayor problema fue la inestabilidad del clima. No quería apoyarme mucho en efectos digitales para hacer la niebla así que estábamos a merced de la montaña y su clima. La niebla es un protagonista de la película; el encierro que produce es más psicológico que físico porque enfrenta a los personajes a su imaginación, a su paranoia. Podrían atravesar fácilmente la niebla caminando, pero… ¿qué se esconde en ella? Y para que hubiera niebla, había que esperar. Así que gran parte del rodaje estuvimos quietos, cultivando la atmósfera opresiva y asfixiante del film para que justo en el momento en que bajara la niebla los actores estuvieran listos para dar lo mejor de sí.

Para Alejandro Moreno, el director de fotografía, trabajar en esas alturas tuvo que ser un desafío.
Nano no sólo es muy talentoso sino también muy arriesgado. Desde el principio me acompañó en la idea de que todo lo que hiciéramos debía ser en función de los actores y que debía permitirles total libertad a la hora de interpretar. Esto no significa que tuviéramos que iluminar grandes áreas para que los actores pudieran desplazarse por donde quisieran, sino pensar la luz y la oscuridad como dos fuerzas con igual carga dramática que debían coexistir en el interior de cada plano. Muchas veces, sus luces principales fueron solamente linternas, lámparas de gasolina o light panels. Esta decisión, que partió de lo conceptual, se convirtió en un gran alivio a la hora de rodar en esa locación.

¿Cómo disteis con ella?
Recorrimos muchas montañas de Colombia buscando un lugar con niebla constante al que el equipo pudiera acceder fácilmente para construir nuestra base. Un día, visitando una montaña nevada, pasamos frente a esa base militar. Por supuesto no nos dejaron entrar a visitarla. Semanas después regresamos con un permiso. El lugar era mucho más tétrico de lo que yo pensaba construir. Era tan perfecto que las versiones de guión que escribí en adelante basaban los desplazamientos de los personajes y las acciones en ese preciso lugar. Lo que siguió fue una larga batalla de mis productores para conseguir el permiso y así poder filmar.

El film nos relata como un comando militar del ejército asciende a una base de alta montaña en busca de unos compañeros. A partir de aquí, y en todo momento, la cinta se adentra en el terror desde diferentes vías. Por un lado el apartado psicológico de los soldados ante lo que allí encuentran y, por otro, un terror palpable y cercano a la brujería. ¿Por qué estas dos vías de expresión en el film?
El miedo a lo desconocido, a lo que está afuera, es la mayoría de las veces el reflejo del temor a lo que se tiene dentro. El páramo no es una película de terror en busca de que el espectador salte un par de veces de la silla y después se vaya a dormir tranquilamente. Es más bien una exploración asfixiante sobre el horror, sobre la paranoia y la locura. Las dos vías de expresión de las que hablas conducen finalmente a la misma pregunta: ¿A qué le tememos? El páramo es una película sobre el miedo.

¿Tuviste en mente a la hora de confeccionar el guión algún film relacionado con la brujería? ¿Y de cine bélico?
En cuanto a la brujería, mi historia se nutrió de historias campesinas, de mitos y leyendas populares que comparten varios países latinoamericanos. En el campo, antes de que llegara la electricidad, la gente se sentaba alrededor del fuego a contar historias antes de ir a la cama. Estas historias le daban un orden al mundo, un orden moral, y estaban plagadas de monstruos, apariciones y brujas. Trabajé a partir de estas historias en vez de películas. Quería que la brujería tuviera un fuerte asiento en la superstición y en la culpa, que el terror externo fuera producto del terror interno. En cuanto al apartado bélico tuve varias películas en cuenta mientras escribía e imaginaba El páramo: Apocalypse now, En tierra hostil… aunque a medida que conocía la locación, entrevistaba personas y entendía a fondo lo que trataba de contar, la forma de filmar se imponía por encima de todo lo que había visto. Lo que sí me acompañó a lo largo de todo el proceso fueron algunas fotografías de guerra. Alejandro Moreno y yo llevábamos siempre en los ordenadores fotografías estremecedoras que congelaban para siempre el horror en los ojos de alguien. Estas, no nos ayudaban a definir la estética sino a entender el aterrador mundo que estábamos explorando.

Colombia, un país de poca tradición dentro del cine de terror, ¿cómo ha tratado la película?
Maravillosamente bien. Fue una bocanada de aire fresco para una audiencia que pedía desde hacía mucho nuevas alternativas en su cinematografía. Pero lo más interesante, es que esta bocanada se le dio sumergiéndolo hasta la cabeza en la violencia de la que trataba de escapar. ¿No quieres más películas que hablen de la guerra, de la violencia que vivimos? Pues toma esta, una de terror que no te va a hablar de la violencia sino que te untará las manos de sangre hasta que te sientas partícipe de ella. La gente no sólo acudió masivamente a verla, sino que la agradeció. Después de la emoción vino la reflexión, esa es mi mayor satisfacción.
  
¿Nos podrías hablar de antecedentes, películas o directores, dentro del cine de terror colombiano? Al margen de Carne de tu carne (Carlos Mayolo, 1983) y Al final del espectro (Juan Felipe Orozco, 2006) poca información hay al respecto…
Aparte de esas no conozco más. Debe haber, porque me entrevistaron hace un tiempo para un documental sobre el cine fantástico colombiano y no creo que dure cinco minutos, pero desafortunadamente no he visto ninguna a excepción de las que mencionas. 

¿Quizás El páramo se convierta en una vía de acceso al cine de terror en Colombia?
Creo que cada vez se gestarán más películas de terror aquí. Esta sociedad tiene muchos miedos y traumas que purgar y creo que El páramo mostró que una buena forma de hacerlo es a través del terror. Nosotros no tenemos que inventarnos móviles asesinos ni fantasmas que salen de televisores. Nuestros monstruos son reales y son mucho más aterradores de lo que Japón o Hollywood pueda imaginar.

Por último, ¿en qué fase se encuentra el remake de El páramo? ¿Estás involucrado de alguna manera en dicho proyecto?
No estoy involucrado directamente aunque me he reunido en Los Ángeles con los productores que tienen los derechos para hablar de la historia y la adaptación. Sé que el guión ya está escrito y que planean rodarla muy pronto.