jueves, 15 de enero de 2015

BABADOOK (2014). Jennifer Kent.

La opera prima de Kent, lástima la demora a la hora de iniciar su andadura en la realización viendo el excelente resultado (lleva cerca de dos décadas centrada en la interpretación), se saldó tras su paso por la 47 edición del SITGES - Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya con el Premi Especial del Jurat y el de mejor actriz para su protagonista, Essie Davis; para un servidor, insuficientes. Sin lugar a dudas el debut en el largometraje de la directora australiana merecía mucho más... Su aterradora visión del hogar familiar a través de los ojos de una madre y su hijo, alimentada por la fatalidad y los monstruos que percibe la mente del menor, se traducía en una cinta a la altura de los grandes films de terror de estos últimos tiempos, como The Conjuring (James Wan, 2013) o Sinister (Scott Derrickson, 2012), ya que Babadook se articula de secuencias que bien podría haber filmado el realizador malayo: encuadres impecables, zooms aterradores, movimientos repletos de intranquilidad, resonancias esculpidas en el averno, y todo auspiciado de una vigorosidad y efectismo alucinante. Y lo más importante: terror en estado puro.

Y es que la historia de Amelia (Essie Davis) y su hijo Samuel (Noah Wiseman) se presenta repleta de capas, de lecturas que van más allá del terror para trascender a un plano psicológico, de profundas reestructuras mentales, donde la histeria y la contaminación que envuelven un hogar frío y gris, a medida que avanza su metraje se recrudece, sitúa a la cinta en lo alto del panorama. Y todo gracias al libro Mister Babadook, un cuento para críos escrito por el mismísimo Moloch, donde sus páginas son un llamamiento al Mal, una senda al eterno temor de los mortales a lo desconocido; conclusión: la creación de un insólito Boogeyman.
Una angustiosa y escalofriante pesadilla secundada por una de las mejores secuencias vistas en pantalla y donde un inocente vehículo y sus dos ocupantes colmarán el escenario de pánico. Y es que Essie y Noah se infiltran en sus roles, de tal manera, que parecen extraídos del cuento más despiadado y arrojados al infierno para construir dos papeles memorables. De obligada visión.



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