El nombre de Pau Teixidor (Madrid, 1982), para todos aquellos cinéfilos abonados
a los títulos de crédito finales, seguro que les puede sonar, ha estado
involucrado en cintas de renombre como Eva (Kike Maíllo, 2011) o Los últimos días (David & Álex Pastor, 2013), en funciones, respectivamente, de auxiliar de
dirección y segunda unidad.
Como la gran mayoría de realizadores
se ha ido cociendo a fuego lento entre rodajes y visionados (también ha tenido
sus etapas en los entresijos del monstruoso SITGES-Festival Internacional de
Cinema Fantàstic de Catalunya); una constancia y un trabajo que en el 2011
daría sus primeros frutos: su debut detrás
de la cámara con el contundente cortometraje Leyenda, trabajo que no
dejó indiferente al personal y que le conduciría por diversos festivales
nacionales e internacionales hasta regresar a casa con algún que otro premio
bajo el brazo.
Su constante ascensión, en un momento
donde la industria cinematográfica española sigue sin acabar de levantar el vuelo
y los modelos de financiación viven nuevas formas, le ha llegado su opera prima, Purgatorio (2014),
definida como un film de género fantástico a medio
camino entre el drama psicológico y el terror.
Y atención a su
protagonista, la actriz Oona Chaplin.
Sí, la hija de la mítica Geraldine
Chaplin (actriz fetiche en los primeros años del realizador Carlos Saura).
Recién aterrizado en
la ciudad condal tras su premiere el pasado fin de semana en el Festival de
Málaga de Cine Español 2014 hablamos con Pau
de dicha aventura que llegará a los cines el viernes 4 de abril.
¿Qué tal todo por Málaga durante el fin de semana pasado?
Te hemos podido ver, a través de fotos e imágenes
televisivas, muy contento rodeado de los actores y productores del film en su
premiere mundial.
Muy contento de poder
estar ya con una primera película en una sección oficial.
Purgatorio ha sido muy bien
recibida. Creo que todo el mundo ha entendido que era una película pequeña, con
un proyecto detrás de distribución y exhibición distinto y todo en su conjunto
ha provocado cierto interés; además, una cinta de terror en Málaga no es
habitual y ha despertado también cierta curiosidad.
Creo que todo esto ha
contribuido a que su recibimiento haya sido caluroso y la gente haya sido muy
cariñosa.
A través de las fotografías, las imágenes de televisión y las
primeras críticas de estos últimos días se puede intuir lo que cuentas. Además,
un cierre de festival muy atractivo, con muchas caras conocidas, entre ellas el
actor José Sacristán.
La verdad que no pude
ver a José Sacristán. Cuando le estaban entregando el premio yo estaba en otro
sitio. Un lío de arriba para abajo.
Fíjate que no pude
ver ni la película. Entramos, hicimos la presentación, y a los diez minutos nos
sacaron a Oona y a mí para hacer entrevistas. Volvimos a la sala cinco minutos
antes de acabar la película. Todo el día con entrevistas, un no parar.
Purgatorio nace a partir de un concurso llamado “Tu Talento CINE 365 FILM”, convocado por Astresmedia Cine y CINE365, y donde
también se encontraba el productor Enrique López-Lavigne (Apaches
Entertainment). Y creo, corrígeme si me equivoco, andaba de por medio la
revista Fotogramas.
¿Cómo llegas a dicho concurso y qué te anima a participar en él?
Realmente llego a dicho concurso gracias
a Emilio Mayorga de la revista Variety.
En la edición del SITGES 2012 me
encuentro con él y me pregunta por el corto de Leyenda. Comentamos un poco cómo estaba funcionando y, posteriormente,
me habla de dicho concurso. Me explica que buscan cortos de género con la
intención de dar con un realizador cara a dirigir una película, y que lo mirara
por Internet. A los días lo miré, vi que era perfecto y envié Leyenda. Al cabo de unos meses me
llamaron para anunciarme que lo habían seleccionado y, finalmente, me eligieron
a mí.
El proyecto arranca con el concurso
de CINE 365. A medida que avanzaba el proceso de recepción de guiones y
cortometrajes entraron nuevos elementos de apoyo y ayuda en el concurso. Y ahí
entró Apaches, para asesorar el tema de los cortos, dando Enrique un buen
empujón al proyecto. También entró Sergio G. Sánchez, el guionista de El orfanato y Lo imposible, como consejero a nivel del concurso de guión.
Fue un concurso donde poco a poco se
fueron sumando más personas y empresas, entre ellas la revista Fotogramas. Que,
en el número del mes de mayo, con la revista se va a regalar Purgatorio a través de un código para un
visionado online. Todo el mundo podrá ver la película online comprando la
revista. Una muy buena promoción y un acceso a mucha más gente.
Dicho certamen, tal y como acabas de mencionar, estaba dividido en dos
grupos a concurso: director y guionista. Teniendo en cuenta dicho punto, ¿pudiste
contribuir en la escritura de su guión o tu trabajo fue exclusivamente como
director?
Sí, pude participar en el guión.
Una vez salimos elegidos el director
y el guionista se decide que nos pongamos a trabajar (Luis Moreno, el guionista
de la película, y yo) para dos cosas: modificar el guión para llevarlo a un
terreno económico más viable, había que reducir gastos ya que el presupuesto
era muy bajo, y encontrar elementos para que el guión se amoldara a mi punto de
vista sobre la historia.
Estuvimos durante un periodo de dos o
tres meses reescribiendo y trabajando la historia hasta que tuvimos el guión
definitivo que rodamos.
Su preproducción, iniciada en el mes de septiembre de 2013; su posterior
rodaje, en el mes de diciembre también del pasado año; y su estreno hace
escasos días, ha debido ser una especie de tour
de force.
Sí, ha sido todo muy rápido. Y
debido, en parte, a una cuestión de presupuesto, era muy ajustada la
financiación de la película. Y a la vez tampoco teníamos más tiempo. Prácticamente
no me he dado ni cuenta desde que arrancamos la preproducción hasta estrenar… empezó
en el mes de octubre del año pasado y han sido siete u ocho meses muy intensos.
Teniendo en cuenta que tu anterior trabajo, el cortometraje Leyenda, había tenido unos procesos más
largos, ¿cómo afrontabas todas estas prisas?
Para empezar aceptas las condiciones
y asumes y entiendes que proyecto es.
A todo el mundo le gustaría ir con
ocho meses de rodaje y diez millones de euros… en éste caso las condiciones
eran las que había sobre la mesa. Desde ese momento toca asumirlas, hacer todo
lo posible para llegar en tiempos y fechas, no pasar del presupuesto, sacar la
película de la mejor forma posible y con la mejor calidad. Básicamente,
estrujar la cabeza y hacer un puzzle con el plan de rodaje.
Pero a su vez, intento con dicho
diseño mantener las cosas que son realmente importantes para mí y decidir a que
escenas quiero dedicar más tiempo. Te hace analizar muy bien todo lo que te
rodea y al final es un ejercicio que acaba repercutiendo en la película y en el
discurso.
Ya que hablas de condiciones, ¿tuviste opción de hablar y barajar
requisitos o era todo muy hermético y su estructura era intocable?
Ambas cosas. A nivel de calendario,
dinero y plan de rodaje estaba todo clarísimo: hay 200.000€, tres semanas de
rodaje y dos o tres meses de posproducción.
Y todo lo que se refiere al
desarrollo de creatividad sí he tenido total libertad y he contado con la
confianza de todo el mundo.
El casting, por ejemplo, es de las
cosas que más agradecido estoy. Me dejaron que hiciera todas las propuestas y,
finalmente, he podido tener a todos los actores que he querido como primera
opción, todos dijeron que sí. Y esto es algo que no todo el mundo puede tener
en su primera película.
A todo el mundo le pareció bien el
reparto y la apuesta por Oona.
En el sentido creativo y narrativo he
tenido libertad, con sus debates, pero para nada férreos.
¿Qué tal transcurrieron esas tres semana de rodaje?
Muy intensas. El noventa por ciento
de la película transcurre en su totalidad en una sola localización, un piso que
encontramos en Seseña, una especie de ciudad fantasma. Y estar todos los días
en un mismo piso veinticinco personas del equipo era algo claustrofóbico. Cualquier
movimiento repercutía en el resto de personas que estábamos allí dentro, un
poco Tetris. Pero al final también resultaba una localización cómoda, y real,
algo muy importante.
Una de las bazas del planteamiento
era que las localizaciones fueran reales y todo tuviera un tono muy cercano,
para que el espectador pudiera ver enseguida que eso realmente estaba
ocurriendo en un sitio de verdad.
¿Barajasteis otras opciones?
Sí. Visitamos otros barrios madrileños,
como el Ensanche de Vallecas o Las Tablas de Sanchinarro, hasta que finalmente
un día fuimos a Seseña.
Nada más llegar y ver aquel paisaje
tan dantesco, era alucinante ver como han levantado edificios uno detrás de
otro en medio de la nada, de repente vimos que aquel paisaje encajaba a la
perfección con los personajes y la historia que la película quiere contar.
Es una película que ocurre aquí y
ahora, en la España de la burbuja post-inmobiliaria. Un elemento interesante. A
veces, en las películas de género, no se acaba de dar un contexto muy claro y
aquí nos pareció que era un elemento que se podía introducir y lucía. Es
muy patente.
¿Cómo llega una actriz como Oona Chaplin a Purgatorio?
Llega porque le gustó mucho el
proyecto.
Un día, en casa, barajando opciones
de casting, de repente me acordé de un artículo de El País de hacía un año, su
titular decía: Dos actrices españolas en
“Juego de tronos”.
Yo nunca había visto la serie. Entré
en la página web y vi las fotos de Natalia Tena y Oona Chaplin. Cuando vi a Oona,
enseguida intuí que su perfil era perfecto.
Vi la serie en cuatro días y al
finalizar me pareció que era la actriz perfecta para el papel.
Debido a lo que podía representar el
papel para Oona en España, ya que sería su primera película como protagonista
absoluta y su primer papel importante en una película española, se presentaba
una gran oportunidad para que entrara en el proyecto, podía encajar muy bien:
director novel, película pequeña, actriz que necesita explotar…
Enseguida les propuse a los productores
la opción, me miraron y me dijeron que adelante. La llamaron, le enviaron el
guión y contestó que bien, pero quería conocer al director y a los integrantes
del proyecto. Nos vimos en la pasada edición del festival de Sitges,
aprovechando que todos estábamos allí. Vino desde Londres, estaba acabando en
Inglaterra una serie, y enseguida conectamos. Vio la historia de la misma forma
que yo y se involucró en el proyecto.
Le atrajo entonces la propuesta de protagonizar un título hermético, debido
a la localización, y anclado en el género.
Buena pregunta… A Oona, las películas
de terror no le gustan, no es una gran consumidora, pero, de la forma en la que
estábamos planteando la película y los personajes, sí que le parecía
interesante el proyecto.
Estábamos partiendo del trauma
personal de una pareja, o de ésta mujer, para luego entrar en el terreno de un film fantástico. Pero lo hacíamos con respeto
y sin la intención de banalizar nada un tema tan frágil y delicado como es un
trauma.
El tratamiento del trauma le atrajo
mucho.
¿Hablabas con Oona, a la hora de
trabajar en su personaje, de la posible influencia o inspiración que podía
tener de su madre Geraldine?
Sí, en algún momento salió el
tema. Oona quiere mucho a su madre y la admira muchísimo. A veces me decía que
cuando alguna vez había tenido alguna duda sobre un personaje, o sobre cómo
afrontar un papel que no le acababa de convencer, lo consultaba con su madre. Ésta
siempre le decía que recordase que todo lo que hiciese delante de la cámara
quedaría allí para siempre. Que daba igual si ese día estaba bien o mal, alegre
o triste, pero que cuando empezara a rodar, había algo de ella en la cámara que
quedaría para siempre. Y eso no lo podía olvidar nunca.
Me parecen unas palabras muy
bonitas que, además de alertar y proteger a su hija, sirven para darte cuenta
del enorme respeto que le tienen a su profesión en casa los Chaplin.
Has tenido también a tus órdenes al joven actor de 12 años Sergi Méndez.
Supongo que el haber trabajado ya con la jovencísima Zoe Stein en Leyenda te habrá dado cierta experiencia
a la hora de tratar a Sergi; siempre se dice que trabajar con críos es una
tarea ardua…
Ha sido una muy buena experiencia,
sobre todo por que Sergi, al margen de ser un gran actor, es un chaval con una
inteligencia y una madurez inusual para su edad. Lo que yo buscaba en el niño
que tenía que interpretar el papel era un crío que actuara bien, pero que fuera
capaz de entender el personaje, que pudiera estar por encima de él, y que luego
tuviera la capacidad técnica y profesional de aguantar el peso de un
protagonista, como tiene él, que no es nada habitual.
Se avecinaba un rodaje de tres
semanas donde habría días que tendría que estar diez o doce horas en el set de
rodaje. Podríamos encontrar niños muy buenos pero no todos están capacitados
para aguantar. Cuando dimos con Sergi y vimos su desparpajo y madurez enseguida
observamos que era el niño perfecto.
¿Hicisteis algún casting para el papel del niño o también salió gracias
alguna serie o película?
Hicimos casting. Juana Martínez, la
directora de casting, estuvo viendo a varios niños, pero no había ninguno que
acabara de tener esa madurez y espontaneidad que de repente nos dio Sergi.
Apareció y lo vimos muy claro.
Tampoco tuvimos tiempo de hacer un gran
casting visitando colegios y estudiando a cinco mil niños. Yo vi unos veinte y
Juana quizás unos cincuenta, todos niños ya con experiencia.
Debo agradecer el trabajo de la coach Yaël Belicha. Estuvo trabajando
desde un mes antes con Sergi y luego me ayudó muchísimo en el rodaje,
ocupándose también de él. Hizo un trabajo extraordinario complementando mi
labor como director en cosas que yo a veces no veía de los actores, y que se me
escapaban, estaba más pendiente por la cámara y otras tareas del rodaje.
Supongo que las pautas a la hora de trabajar con un equipo en un
cortometraje y en un largometraje deben ser muy distintas por razones obvias.
¿Cómo ha sido para ti dicha traslación de Leyenda
a Purgatorio?
Parece un poco raro esto que voy a
decir ahora pero en mi corto había más gente trabajando en el equipo que en la
película, me refiero en el set de rodaje.
En el largo, lógicamente, hay una
estructura por detrás mucho más grande.
En mi caso, en Leyenda había más técnicos, igual éramos cuarenta personas al día, y
en Purgatorio unas veinte y cinco.
Pero son dos proyectos completamente distintos.
Cuando haces un corto, como director,
tienes toda la libertad del mundo para hacer lo que realmente quieres; asumes
todos tus riesgos ya que va por tú cuenta. Pero cuando entras en un largo y
tienes a una serie de personas detrás que han conseguido el dinero, que se han
preocupado de levantar el proyecto para que tú lo dirijas, no puedes tener la
mentalidad de una total libertad y apoderarte del film de una forma radical.
Tienes que saber muy bien dónde estás, qué tipo de película estás haciendo y
que aquí no estás solo levantando esto, hay mucha gente que te acompaña. Firmas
un contrato y hay que tener en cuenta todo lo que te rodea, aunque a veces te
cueste entender algunas decisiones, pero son decisiones que tienes que aceptar
ya que la envergadura del proyecto es la que te han pedido. Y lo digo en un
sentido positivo. Es una manera de entender como funciona el negocio de hacer
películas. El director no es el único, no está solo.
¿Tuviste la oportunidad de llevarte a Purgatorio
algún miembro del equipo técnico de Leyenda?
Sí, me llevé a David González, había
sido productor y ayudante de dirección en Leyenda, y compañeros de trabajo en
diversas películas. Se vino de ayudante de dirección a Purgatorio. Fue una pequeña condición que puse a los productores
cuando me propusieron al equipo.
La experiencia de haber estado trabajando en películas como Eva o Los últimos días, ¿la has podido trasladar, junto a tus conocimientos,
a Purgatorio?
Sí. En el rodaje me dijo un día el foquista: “Pau, no es lo mismo que sea tu primera película a que sea tu primer
largo”. La experiencia de todos estos años de poder trabajar en el equipo
de dirección, como auxiliar o segundo ayudante, trabajando en cine, viendo como
se hacen las películas, conociendo todos los departamentos, las jerarquías, las
dinámicas de grupo, como se rueda, no deja de darte una experiencia, una
seguridad y unos conocimientos que quizás, un director que no ha trabajado
apenas nada, no conoce o no está acostumbrado. Digamos que no sabe como van
según que cosas. A nivel de grupo, dinámicas y de cómo funciona un rodaje, no
tiene precio la experiencia y la seguridad por la que te puedes mover gracias
al trabajo en otros films.
El film, anclado en los márgenes del thriller
y de un único escenario en su trama, se mueve también por el cine de terror y
el drama psicológico a través del personaje de Oona Chaplin. ¿Cómo te adentras
en dichos géneros a través de la película y qué pautas o influencias tenías?
Es muy bonito ya que cada uno le pone
el nombre que quiere [risas]. Está muy bien. Yo no pretendía que fuera un único
género. La historia que tenía no me indicaba que únicamente tenía que ir a
atacar un solo género, me sugería que podía transitar por diferentes géneros,
como por ejemplo el hecho de querer dar una importancia al trauma de la pareja
protagonista. Me marca que no lo puedo frivolizar, me lo tomo más en serio, y
apunto y arranco hacia el drama familiar o psicológico con un tono naturalista.
Y poco a poco, cuando ya has descubierto quién son ellos, la película empieza a
ir por otros caminos…
Hay dos películas en las que nos
hemos fijado bastante, tanto Jon Domínguez, el director de fotografía, como yo,
a la hora de preparar Purgatorio.
Una es Birth, de Jonathan Glazer, donde un niño dice ser el marido muerto
de la protagonista. Me gustaba mucho su estética, su luz oscura, su manera de
narrar, muy sencilla y estilizada; naturalista, sin efectismos, pero que
contaba muchas cosas, y de un tono fantástico aunque aparentemente real, todo
esto nos gustaba mucho. Y luego El
habitante incierto de Guillem Morales. Una de las películas españolas más
importantes de género de los últimos tiempos, que por cierto va camino de diez
años. Me gustaba mucho el tratamiento que hacía del espacio, la manera de cómo
jugaba con el piso durante toda la película. Me identificaba mucho con ella y
me parecía muy adecuada tenerla como referencia de cara a mi película, donde
dos personajes se mueven todo el rato por un piso que, a su vez, es el quinto
personaje. Dos películas muy importantes, aunque evidentemente hay una lista
más grande.
¿Tenías miedo que la gente más afín al terror, ante un corto tan
contundente como Leyenda, esperara de
tu debut en el largo un film igual o más extremo?
¡Uno tiene miedo de todo! ¡Cuándo
tocas el género te pueden acusar de cualquier cosa por cualquier motivo!
Al final, te lo planteas todo, pero
la única manera de intentar no desviarte de tu camino es no dejarte influenciar
demasiado por la opinión de los demás, y saber en cada momento cuando la
opinión de los demás te sirve y la debes aprovechar. Obviamente, siempre hay un
poco de vértigo en la primera vez, pero más que miedo es una responsabilidad de
pensar si vas a estar a la altura.
¿Cómo respondo yo ante esto? Con
trabajo, pasión y entrega. Que luego salga bien o salga mal, ya es otro tema…
Yo seré el responsable, pero no habrá sido porque yo no lo he luchado y he dado
todo lo que podía dar.
¿Te enfrentaste algún miedo real ante el trabajo y la responsabilidad que
se avecinaba?
Siempre lo he visto como una gran
alegría, que había llegado ese momento que uno tanto espera. El miedo era a
sacar la película adelante, algo que me llevó a no dormir muchas noches [risas].
Imagínate, “mañana tenemos que sacar ocho
páginas y media de guión”, esta noche rezaré [risas]. Mucha angustia, buena
y positiva, ya que al final me mantenía alerta, todo el rato concentrado para
no fallar en nada, no había más tiempo. Durante el rodaje todos los días eran
jodidos. No recuerdo ninguno sin tensión, pero como en cualquier película. En
todas las películas todos los días son duros. Por eso engancha tanto rodar y
hacer cine, la adrenalina siempre es la misma, es lo que te mantiene vivo y te
pide más. ¿Qué pasará hoy? ¿Seremos capaces de superar el día? Y cuando ves que
es sí, es todo perfecto.
La película se estrena el próximo viernes 4 de abril en las salas de cine
de nuestro país pero también le espera otro tipo de estreno: una versión reduxe para móviles dividida en cuatro
piezas, digamos, a modo de cortometrajes y apoyado por la compañía Orange. ¿Qué
te parece dicha iniciativa?
La iniciativa es buena. Todo lo que
sea pensar, diseñar, analizar, nuevas maneras de distribuir y exhibir cine, de
dar a la gente otras vías y ventanas para ver la película, me parece bien, es
algo novedoso. Es cuestión de tiempo, ya que desde hace algunos años se
dice que todo está cambiando y es obvio que la situación de la taquilla y la
industria es mala.
Tengo la sensación de que algo va a
cambiar… y falta esa persona que realmente encuentre la fórmula para hacer un
buen negocio, hay que buscar e investigar otros sistemas. Soluciones más rentables
y que se puedan aplicar a películas más grandes, que permita recuperar la
inversión. Hay que apostar. Y éste ha sido nuestro caso, arriesgar y probar.
¿Dicha iniciativa te rompe algún esquema como realizador?
No del todo, pero evidentemente te
obliga a tenerlo en cuenta y a tenerlo presente…
¿Tienes noticias acerca de su distribución fuera de nuestras fronteras?
Tenemos un agente de ventas
internacionales, Vicente Canales, que ya está trabajando en su distribución
fuera de nuestro país.
¿Y el diseño del cartel, con esa imagen de Oona rota delante un espejo? Me
ha parecido muy atractiva.
La fotografía es del foto fija del
film, Marino Scandurra, y el diseño es de Manuel Eslava. No sé muy bien quién
sacó la idea, pero es la cara de Oona delante de un espejo roto, como bien
dices, ya que el espejo tiene una importancia muy grande en la película.
Y ya para acabar, ¿qué te depara el futuro?
Aunque todavía no puedo desvelar
mucho, la idea es ir dando forma al nuevo proyecto. Empezando con el proceso de
documentación. Definir un poco toda esta documentación e investigación y
empezar con el proceso de escritura, que nos llevará tiempo.