En Arc del Triomf, uno
de los escenarios de Los últimos días
(2013), me citan las estupendas Sandra Ejarque y Ainhoa Pernaute, ¡en breve
tenéis vuestra foto!, con los realizadores David y Álex Pastor para conversar
sobre su reciente película, un film apocalíptico ubicado en la ciudad de
Barcelona.
Con algunos
obligados tabús durante la conversación cara a no desvelar nada al lector, y fans
que aparecen de golpe en busca de una instantánea con los hermanos, se va
materializando una entrevista que revuelve en su opera prima, en sus estancias y modus operandi en EE.UU. y,
lógicamente, se traslada también a la desdibujada ciudad condal que tan bien
han sabido plasmar en la pantalla.
Vuestro debut en el
largo, Carriers (Infectados) (2009), y Los
últimos días guardan ciertos paralelismos, tales como el Apocalipsis, la
inquietud y las dudas ante semejante catástrofe y cierto aire a road movie. ¿Por qué volvéis a apostar
por estos temas? ¿Podemos hablar de una prolongación? ¿Quizás visteis tras
rodar Carriers que se podían contar
más cosas semejantes ubicando ahora la película en otra localización?
Álex: No nace con una voluntad de contar
cosas que se nos hubiesen quedado en el tintero. La idea ahora estaba en la
agorafobia como culminación de las fobias, angustias y otras cosas del mundo
occidental del siglo XXI, es la raíz de la historia. El Apocalipsis surgió como
algo inevitable o natural de la premisa. Al principio hubo una primera reacción
de: “nos vamos a volver a meter en el mismo terreno”. Pero la historia nos gustaba lo suficiente y estamos enamorados
con los conceptos, ¡así que adelante y a escribir! Nunca pensamos que sería nuestra
siguiente película, hubo otros proyectos por el medio que nunca se llegaron a
realizar. Y dio la casualidad que fueron
películas consecutivas cuando perfectamente podía no haber sido así.
¿Escribías la
historia con la cabeza puesta en la ciudad de Barcelona o surge a medida que
avanza el proyecto?
David: Primero fue la historia y luego la
ambientación. Era importante el concepto y luego, a la hora de ambientarla, sí
que pensamos en ambientarla debido a que es nuestra ciudad. Un sitio donde
nunca se ha hecho este tipo de película y donde creemos que las imágenes van a
tener más fuerza para el espectador, precisamente por que es una ciudad real.
La realidad que el espectador conoce y que va a ver reflejada en la pantalla y
después transformada en ese mundo apocalíptico, pero siempre partiendo de esa
base real.
Álex: Nunca salió la idea de hacer una
película en Barcelona, pero sí que estaba claro que tenía que ser una
ambientación cosmopolita, urbana, por que iba con la historia de la película:
la ciudad es la representación más clara de la civilización occidental y de la
manera de vivir. Tenía que ser un núcleo urbano importante y traerlo a
Barcelona fue a posteriori.
¿En algún momento pensasteis
realizar la película ubicándola en algún punto de EE.UU.?
David: Como todo siempre se plantea, se
habla, se discute… pero era una película que tenía más posibilidades aquí. En
EE.UU. nos hubiesen pedido muchas explicaciones del por qué de la epidemia, si
son extraterrestres, los móviles, el volcán… mientras que aquí teníamos más
libertad para no dar explicaciones y hacer la película que queríamos, sin
necesidad de poner malos, antagonistas…
¿Una “libertad”
imposible en EE.UU.?
David: Sí. Allí hay algunas concepciones
estrechas de lo que es el cine comercial. Pasado por reglas más estrictas. Aquí
en España, afortunadamente, es un poco más amplio. Una película como Mientras duermes, que nos gusta mucho,
por ejemplo, aquí se considera un thriller
comercial y allí sería una película minoritaria y de ciertos elementos que
podrían violentar al espectador…
Álex: El hecho de que el héroe sea el
malo les costaría un poco, y cuando entras en el terreno de la violencia
sexual…
¿Muchos problemas
entonces con vuestro debut en EE.UU. hace ahora cuatro años?
Álex: Sí y no… Lo que nos dimos cuenta
es que había que navegar esas aguas con mucha más diplomacia, más mano
izquierda, sabiendo que, para conseguir algunas cosas, tenías que ceder en
otras. Y siempre intentando saber que era lo más importante de conservar en la
película. Es una manera de trabajar que, aunque te salgas con la tuya, y
consigas hacer la película que quieras, te casca. No es la mejor manera. El
jefe de la división del estudio de Paramount nos dijo que era una película muy
adulta, nos lo dijo para bien y para mal. Para él como espectador era bueno, le
gustaba más que otras que había hecho, pero ya se olía que sería difícil
venderla. Era más fácil el rollo teenager…
Es el tipo de película que queríamos hacer y de alguna
manera nos ha abierto puertas para otras como por ejemplo Los últimos días.
Veo entonces por
vuestras palabras que las diferencias deben ser grandes a la hora de levantar
una película en España o en EE.UU.
David: Sí. En el modelo de EE.UU. tienes
al estudio que decide poner sobre la mesa el dinero que va a costar esa
película y la haces, es todo más rápido y más fácil. La contrapartida es que
ellos son los propietarios del proyecto y debe quedarte claro quien manda. Sobre
todo cuando surgen diferencias de opiniones; cuando todo va estupendo ningún
problema, cuando hay desacuerdos es cuando todo queda claro. En España el
modelo de levantar una película es mucho más laborioso, mucho más de conseguir
diversas fuentes, productoras, televisiones, instituciones públicas, irte al
resto de Europa… un proceso lento. Debes construir un puzzle sobre la
financiación.
En una entrevista
reciente que he visto por Internet, y relacionada con la campaña de vuestra
nueva película, Álex mencionaba films como Abre
los ojos (1997) y Tesis (1996),
ambos de Alejandro Amenábar, o El día de
la bestia (Álex de la Iglesia, 1995), en relación a que aquí también podían
hacerse ese tipo de películas en el momento que las vio. Y es curioso que lo
digas tú, cuando para vuestro debut tenéis que cruzar el charco, al igual que
otros compañeros de profesión como Jaume Collet-Serrat, Luiso Berdejo o Víctor
García.
Álex: Tenemos una percepción que, cuando
los cineastas españoles se van a trabajar a EE.UU., de alguna manera hay un
interés especial de Hollywood hacia España y, lamentablemente, no es cierto. Se
debe a que EE.UU. siempre ha sido un muy buen ladrón de cerebros que se ha
dedicado a captar talentos extranjeros de cualquier país cuando le ha
interesando. Y esto ha pasado desde Fritz Lang. No distinguen la nacionalidad,
simplemente es una industria muy grande que genera muchas películas y que está
atenta a captar talentos. No creo que hayamos abierto ninguna frontera… allí
nos fuimos por necesidad, aquí no había manera de debutar. Una respuesta que
recibíamos mucho era la de que no producimos operas primas. ¿Si nadie produce una opera prima como vas a debutar? Por eso hay tanto realizador
español allí abriéndose paso. La situación aquí es de inseguridad, incerteza,
de no saber realmente como se van a financiar la nueva tanda de películas. Una
situación que lleva, como en otros tantos campos en este país, a plantearse
irse de España; los cineastas, desgraciadamente, no son los únicos. Y ten en
cuenta que la mitad de las películas estadounidenses las hacen extranjeros.
Retomando Los últimos días, situar la acción en
Barcelona es uno de sus aciertos. Ir viendo a medida que avanza la cinta
lugares emblemáticos de la ciudad condal bajo la estela de la catástrofe es
magnífico. Además de espacios como la red del metro o el centro comercial Gran
Vía 2. Deduzco que poder contar con estos puntos no tuvo que ser tarea fácil…
Álex: Fácil no fue, nunca lo es. Un
trabajo de convencer a mucha gente, reuniones, tranquilizar de que no se va a
romper nada y todo quedará igual…
Un percal logístico ya que vas a acceder a unos espacios,
si te los dejan, los días que a ellos les conviene. Como por ejemplo el Gran
Vía 2, ya que está abierto al público. Eso significa construir un plan de
rodaje muy complicado, con poco margen de maniobra, y donde si algo sale mal la
localización la pierdes. Rodar en el Gran Vía 2 era únicamente poder rodar un
día, eso significa que no podíamos decorar y ambientar el espacio como nosotros
queríamos. Al final tuvimos la suerte de un puente y obtuvimos de esta manera
dos días seguidos. La gente de arte entró a “destrozar” el local durante todo
el domingo y luego entramos el lunes a rodar. Teníamos que realizar todas las
escenas en un solo día, algo arriesgado ya que, si no daba tiempo, no íbamos a
poder volver. Y cuando nos fuimos la gente de arte se iba a pasar toda esa
noche trabajando para que al día siguiente estuviese todo impecable. Fue duro y
complicado pero muy bien.
La película tiene la
capacidad de poder ir moviéndose con soltura por diversos géneros, algo que en
algunas producciones tiende a no acabar de funcionar. En Los últimos días sí funciona, tanto su apartado más cercano al
terror o la ciencia ficción, como la utilización de la acción y la aventura
para dotar al film de dinamismo, e incluso para acercarlo también a un público
más amplio.
Álex: No hay una voluntad teórica de
mezclar géneros. Es el reflejo del gusto ecléctico que tenemos de los distintos
tipos de cine. Se puede hacer algo emocionante y, a la vez, emotivo; de
sentimiento y de emociones fuertes; creo que todo esto se mezcla en la
película. Es un film de acción, de aventuras… una historia de amor y de
amistad. Y en el fondo, por inconsciencia o por ambición, lo queremos meter
todo.
David: También es cierto que cada
historia te pide una cosa. Trabajas una historia y al ver por donde quieres
llevarla, como quieras acabarla, que mensaje quieras dar, miras hacia un género
u otro.
Otro acierto es la
pareja formada por Quim Gutiérrez y José Coronado, éste último con un perfil
similar al Santos Trinidad confeccionado por Enrique Urbizu en No habrá paz para los malvados (2011).
¿Tuvisteis en mente desde bien temprano los actores que podían llevar el peso
de la película o por el contrario se trató de un casting complejo?
David: Desde el principio queríamos una
diferencia de edad entres los personajes, una diferencia generacional, y algo
más allá de los dos colegas. Algo arriesgado en España ya que actores de la
edad de Coronado tampoco hay tantos. Era una opción donde nos jugábamos todo,
pero tuvimos la suerte de que José aceptó, si no nos hubiésemos quedado un poco
en bragas... Nos gustaba mucho y ya lo teníamos en mente escribiendo el guión,
y eso era antes del estreno de No habrá
paz para los malvados. Oí hablar de ella cuando ya teníamos el guión
escrito y fuimos a Tele 5, Antena 3, etc. a presentar el proyecto, ahí fue
donde vimos el póster. Preguntamos qué era y nos dijeron que era una película
que estaban haciendo con Urbizu pero que no sabían como iba a ir ya que era muy
oscura, algo así como “el teniente corrupto que salva el mundo”, y dije: “interesante”
[risas]. El póster molaba y también las pintas. Y el éxito de la película de
Urbizu nos ayudó, no para convencernos nosotros, si no para convencer a
productores y demás, para que vieran que Coronado era el ideal. Quim es muy
distinto, con una técnica distinta, un contraste interesante.
Supongo que
continuar trabajando aquí sería de vuestro agrado pero viendo la situación, que
anteriormente comentábamos, cualquiera de los dos puntos, España o EE.UU., serán
bien recibidos…
Álex: A nosotros nos encantaría seguir
trabajando aquí, y lo seguiremos intentando, pero sería inconsciente por
nuestra parte no seguir manteniendo puertas abiertas en los dos lados del
charco.
Admiramos la carrera de Guillermo del Toro que es
suficientemente listo como para determinados proyectos, cercanos a la cultura
norteamericana, hacerlos allí, y otros proyectos más personales en Europa o
España. Intentaremos ir por las dos bandas, es la riqueza.
David: También la frontera entre una
película estadounidense y española se está difuminando cada vez más. Mira casos
como Lo imposible o Mamá. Son de nacionalidad española, pero
en el caso de Mamá pagado por dinero
de la Universal, o Lo imposible, con
el apoyo de Summit. No está tan claro como antes, no sé si es malo o es bueno…
¿Ahora toca
descansar o bien reiniciar la maquinaria para dar comienzo un nuevo proyecto?
David: Nunca hay tiempo de descansar y
disfrutar. Cuando las cosas te van bien las tienes que aprovechar, y cuando te
van mal tienes que trabajar el doble para remontar ese momento, así que nunca
hay paz para los malvados. No sabemos cual será el siguiente proyecto… hay que
seguir luchando y levantar el máximo número de proyectos y confiar en que uno
de ellos salga adelante.
Por último, ¿habéis
pensado en una posible separación para probar cada uno en solitario en el campo
del largometraje?
David: Me da mucha pereza…
Álex: En el pasado lo hicimos con los
cortos y sabemos lo que es. Mientras la cosa funcione la siguiente será en
conjunto. Si en la otra nos peleamos a muerte entonces habrá un cambio [risas]. Ahora mismo funcionamos mejor juntos
que separados, es más divertido y se siente uno menos solo cuando está perdido
en un hotel.
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