Ayer martes 26 de diciembre fallecía en Madrid el realizador catalán Jordi Grau. Excelente director e íntimo amigo al que me unía una larga amistad gracias a su film No profanar el sueño de los muertos (1974). Dicha cinta fue nuestra toma de contacto. A continuación, y a modo de homenaje, recupero una extensa entrevista centrada en su obra magna que daba comienzo en agosto del año 2006 en la localidad catalana de Ampolla, lugar donde Jordi y su esposa Gemma pasaban los veranos. En julio
del 2008 y abril del 2011, y gracias a distintos encuentros, tuve oportunidad de ir ampliado la interviú, ya que las novedades acerca de la película se iban sucediendo. Sirva el texto a modo de tributo a uno de los grandes de nuestra cinematografía que, con mucho pulso a la hora de desplazarse en el cine de "géneros", nos deja un legado fílmico envidiable y enriquecedor. Fins sempre, Jordi.
LOS MUERTOS VIVIENTES EMPIEZAN A DEAMBULAR…
En
primer lugar, me gustaría saber cómo nace No
profanar el sueño de los muertos. Todo un clásico del cine de terror
español y una de las mejores películas de zombies realizadas hasta el día de
hoy.
Pues tiene su historia. Cuando iba a rodar Ceremonia sangrienta contacté con un
productor italiano, pues ésta también se realizaba en régimen de coproducción
con Italia. Quedé con él y nos fuimos a ver a un guionista para hablar de la
película. Cuando íbamos en el coche el productor me preguntó si me gustaba La noche de los muertos vivientes. Yo afirmé:
"Sí, es una buena película”. Y él
me dijo: "Ceremonia sangrienta debe ser como La noche de los muertos
vivientes pero en color". A lo que repliqué: "No tienen nada que ver. Son cosas bien
distintas". Pero él intentaba por todos los medios convencerme.
Edmondo Amati, el productor italiano, había
distribuido en Italia la película de George A. Romero, cuyo rotundo éxito le
había generado muchísimo dinero. Sandro Continenza, el guionista, opinaba igual
que yo, y decía que era una locura hacer algo así, pues ambos films eran
completamente distintos y lo único que íbamos a conseguir era destrozar Ceremonia sangrienta. Entonces, Amati
intentó sin éxito convencer a Sandro y, finalmente, no entró en la producción.
Pasado un tiempo, y tras dirigir y estrenar
en Italia Ceremonia sangrienta y Pena de muerte, Amati volvió a ponerse
en contacto conmigo aprovechando una visita a Madrid. Me preguntó si podía desayunar
con él al día siguiente y quedamos los dos en un hotel de la ciudad. Tras unas
primeras frases de cordialidad y preguntarme qué tal me había ido con mis dos
últimas películas, orientó nuevamente la conversación hacia mis sensaciones con
respecto a La noche de los muertos
vivientes. “¡Pues claro que me sigue
gustando!”, le contesté. Entonces abrió una bolsa que llevaba, sacó un guion,
lo puso encima de la mesa y me dijo: “Esto
es La noche de los muertos vivientes pero en color”. Yo pensé que estaba
loco y que tenía una obsesión conmigo y con la película de Romero [risas].
Finalmente, y ya que me había invitado a desayunar, decidí llevarme el guion, cuyo
autor era Sandro Continenza.
¿Qué
te pareció el guion?
Muy bueno. Bien construido y hasta más
interesante que La noche de los muertos
vivientes. La película de George A. Romero posee la virtud que los muertos
vivientes salen de sus tumbas y atacan a la gente. Algo novedoso para entonces.
Pero en el guion de Sandro había personajes concretos, bien diferenciados, algo
que me parece muy importante para una película, pues en mis obras, desde la
primera hasta la última, siempre he cuidado mucho dicho aspecto. Son ellos los
que tienen que moverte, los que llevan el peso del film. Entonces vi que tenía
delante un proyecto muy interesante y que iba a poder rodar con medios. Ten en
cuenta que hasta entonces siempre había rodado con los medios justos, y encima
en Inglaterra y en los estudios de Cinecittà en Roma, lugar al que me hacía
mucha ilusión volver.
Una nueva oportunidad de volver a Italia, donde habías cursado anteriormente tus estudios en el Centro Sperimentale de Roma.
Recuerdo otras estancias anteriores preparando
diferentes películas, como Los últimos
días de Pompeya en 1959, Noche de
verano en 1962 y, posteriormente, doblándola. O rodando Goliath contra los gigantes en 1960.
Asimismo, en 1963 asistí como miembro del jurado en el Festival de Sestri
Levante y en 1968 preparando y grabando la música de Historia de una chica sola. No
profanar el sueño de los muertos también la preparé toda en Roma. Y, ahora
que me acuerdo, en la presentación del libro que escribí sobre Fellini.
Volviendo
otra vez al guion, ¿realizaste alguna aportación?
Sí. Propuse algunos cambios, como acentuar
el tema ecológico, pues era algo que ya estaba en el guion. De todos modos,
tuve total libertad para hacer todo de una forma creíble. A todo me dijeron que
sí. Ha sido la película que mejor he podido preparar. Estuve trabajando en su
preproducción cerca de tres meses en un estudio de Roma y buscando siempre la
mayor realidad a todo lo que rodeaba a la película. Es decir, huir de lo
inventado, de lo falso e ir a lo verdadero.
Por ejemplo, el tema de la máquina que emite
ultrasonidos. Según el guion era una máquina inventada por unos ingenieros
enloquecidos. Les dije que no, que íbamos a utilizar una máquina que vista en
un campo no llamara la atención: una máquina agrícola. Los personajes de los
muertos están todos sacados de un libro de anatomía forense con fotos de
auténticos cadáveres, de gente muerta con violencia, como el que muere ahorcado
y tiran su cuerpo a un río. Lleva durante toda la película una soga y va
siempre mojado. Al estar todo sacado de fotos reales tiene cierto realismo.
Incluso el hecho de la mujer drogadicta.
Un
amplio trabajo en lo que concierne al tratamiento de personajes…
Cierto. Durante todo este tiempo de
preparación los personajes tenían su personalidad, como el protagonista,
Raymond Lovelock, un ecologista muy acorde con la época en la que se hizo la
película. Además, pude introducir al personaje del sargento, lo cual me agradó
mucho, pues Ray sí que estaba descrito en el guion pero este segundo no, pues
inicialmente se trataba de un funcionario. Lo que intenté hacer fue ir
inventándome motivaciones alrededor de él, como la historia del policía joven y
brillante pero que por alguna razón queda relegado a un segundo término a causa
de su carácter violento. Se hace mayor y ya no pasará de sargento. Esto es un
motivo más de violencia y de resentimiento: las mismas cosas que otro policía
haría de una forma fría y profesional, éste las hace con un punto de mala leche
que le da mayor fuerza a la historia. Este concepto Arthur Kennedy lo entendió
muy bien.
¿Lo
conocías con anterioridad?
No. En el reparto tenía que haber un actor
americano. Había uno inglés, Raymond, y entre los americanos se barajaron
varios nombres de importantes secundarios. A mi personalmente el que más me
gustaba era el de Arthur. Él estaba prácticamente retirado, vivía en Canadá,
tenía una escuela de teatro y de vez en cuando aceptaba algún papel para ganar
un dinero, ceder su nombre y volver a Toronto para seguir con el teatro, que
era lo que le gustaba. Cuando llegó al rodaje, un día antes de empezar, lo hizo
pensando en hacer el personaje lo mejor posible y salir del paso. Cuando se
encontró conmigo, una persona a la que le gustaba lo que estaba haciendo y
trataba de profundizar, y pude contarle la historia, le gustó mucho y a partir
de una primera conversación lo hizo prácticamente todo solo. Sin yo decir nada
era ese sargento que yo había compuesto en el guion.
Luego se encontró con actores estupendos
como Jeannine Mestre, una fantástica actriz que hacía de drogadicta, y poco a
poco se fue creando un clima no de hacer una película convencional y cubrir el
expediente lo mejor posible, si no de hacer una película en la que se creía.
Con cuerpo y alma.
¿Qué
tal con el reparto estatal? Fernando Hilbeck, Cristina Galbó, José Lifante… supongo
que sería escogido por ti, ¿correcto?
Todos, junto a Jeannine Mestre, fueron
elegidos por mí. Su participación fue espléndida, como puede comprobarse en la
película. Y no tengo más que buenas palabras para todos ellos.
¿Y
cómo fue trabajar con todo un maestro del maquillaje como es Giannetto de
Rossi?
¡Espléndido! Con Gianneto nos pasábamos tardes
enteras viendo y estudiando películas. Por ejemplo la escena donde están
agarrando un pecho a la telefonista, que era amiga de mi mujer Gemma. Todo el
interior del pecho estaba repleto de tubitos de plástico para que pareciesen venas.
Hay también un muerto que aparece casi desnudo con una cicatriz de arriba
abajo. Esta caracterización está basada en una autopsia, tal como queda la
persona tras ella. Todo el conjunto de zombies y muertos estaban sacados de
libros de medicina forense. Giannetto y yo nos volvíamos locos viendo,
repasando y buscando los personajes y pensando con los actores qué tipo de
muerto le iba mejor.
En la película, y ya que hablamos de éste
apartado, hay un lenguaje de color escondido, al revés de Ceremonia sangrienta. Cuando me puse a preparar la película una de
las cosas que hice fue ver en repetidas ocasiones La noche de los muertos vivientes y me di cuenta que una de las
cosas que produce un gran efecto durante el film es la sangre, la cual es
negra. En películas como Pánico en el
Transiberiano o La noche de Walpurgis
la sangre ya era roja. Pero viéndola y reflexionando sobre ello, llegué a la
conclusión que era demasiado roja. Y decidí que la sangre tenía que ser casi
negra. Entonces hablé con Giannetto sobre esta circunstancia y nos pusimos a
buscar un tono de rojo oscuro. En vez de jugar con el rojo bermellón, el color real
de la sangre, usamos el carmín con tonos oscuros para dar con lo que estaba
buscando. Además, como la película iba a transcurrir en campo abierto y verde,
lo que hice fue vestir a los personajes de diferentes colores, como el negro o
el gris, y a la protagonista con un abrigo de terciopelo verde. Pero nunca
utilicé el rojo; si te das cuenta no hay ningún personaje que vaya nunca
vestido de ese color. Se reservó para la sangre y los ojos.
Y con
el resto de técnicos, ¿también funcionó bien el trabajo?
Sí. Me encontré con gente muy buena, como
por ejemplo Carlo Leva, el decorador. Normalmente, en esa época las películas
de este género se cuidaban muy poco y se hacían de cualquier manera. No se observaban
los detalles y todas ellas se hacían deprisa y corriendo. En cambio, en No profanar el sueño de los muertos no
pasaron estas cosas. Estaba todo muy bien preparado y tuve la suerte de poder
rodearme de gente con talento, como Giannetto, Leva, o el operador Francisco
Sempere, quien había trabajado en todas las películas de Luis García Berlanga.
El ayudante de dirección, Gianni Arduini, quien posteriormente lo fue de
Fellini, me lo habían impuesto en el equipo los productores italianos, quienes
pensaban que un director español era de esos que dejaban pasar cualquier cosa,
pero se encontraron que no. Yo era tan meticuloso como el que más y se fue
formando un equipo de gente que estaba a gusto y contenta con su trabajo.
¿Se
realizó todo el rodaje en Inglaterra?
En Inglaterra se rodó el grueso de la
película: los paisajes, el río, las carreteras, las gasolineras y en la central
nuclear de Derby. Las calles de la ciudad y los exteriores del hospital pertenecen
a Manchester. Y también en el cementerio de Hathersage.
En España se rodó en un chalet de Robledo
de Chabela y en los estudios de Cinearte de Madrid, como por ejemplo el
interior del hospital.
La secuencia de la cripta la rodé en los
estudios de Cinecittà de Roma; y la caseta del cementerio en decorados.
¿Recuerdas
alguna anécdota durante el rodaje?
El cementerio donde rodamos, localizado en un
pueblecito inglés llamado Hathersage, es donde supuestamente se encuentra la
tumba de Little John, amigo y ayudante de Robin Hood en sus aventuras, según el
folclore local, claro está... Era un pueblo muy pequeño, con muy pocos
habitantes, quizá unos trescientos, si llegaban, y todo alrededor de una
carretera con cinco hoteles muy pequeños, normalmente destinados a turistas
atraídos por la tumba de Little John. Era un cementerio gótico muy bonito con
esa tumba fantasma que era un atractivo turístico. Al llegar todo el equipo a
la localización para iniciar el rodaje, con los focos, actores disfrazados de
muertos que andaban por allí a todas horas, técnicos... hubo una protesta. Se
hizo eco el periódico de la ciudad más cercana y el regional sacó la noticia
con grandes titulares, mientras que los de Manchester y Londres lo hicieron con
una nota pequeñita. La noticia era muy graciosa, pues hablaban de una
profanación por parte de unos desaprensivos cinematográficos de la tumba de
Little John, pero como teníamos permiso para rodar durante tres días, pues
nada, allí seguimos.
Ahora también me viene a la mente la
secuencia en la que Raymond Lovelock y Cristina Galbó van al cementerio y se
quedan encerrados junto a los cadáveres sin posibilidad de salir de la cripta.
En esa secuencia me inspiré de una historia que mis padres me contaban de pequeño.
Cuando me portaba mal me decían que vendrían los muertos y me tirarían de las
piernas. Esta idea o imagen de los muertos tirando de las piernas siempre me ha
obsesionado. Al llegar la escena de la cripta, rodada en Cinecittà, quise hacer
la imagen que tanto me había perseguido de pequeño. Cuando ellos suben al
interior de un nicho para poder salir aparecen las manos de los muertos y les
tiran de las piernas. En los cines, al pasar dicha secuencia, siempre surgía
algún grito, así que esta idea subliminal de los muertos tirando de los pies no
debió ser un invento de mis padres, sino que era algo más extendido de lo que
me creía [risas].
¿Qué
tal se desarrolló el montaje?
El montaje sonoro fue muy laborioso. Recuerdo
una anécdota muy graciosa. En la película los muertos tienen una extraña voz,
es su forma de expresarse. Cuando en el doblaje les propuse hacer las voces de
los muertos, los dobladores hacían unas voces muy raras, algo más bien cómico,
justamente lo que yo no quería. Como yo había hecho radio con anterioridad, les
dije que eso se hace con la voz para dentro, con el aire hacia dentro. Los
dobladores me dijeron entonces que eso ellos no lo podían hacer, que se
estropeaban la garganta, así que lo hice yo. Por lo tanto, las voces de los
muertos en la película son mías.
La música, aparte de una pieza musical del
mismo Sorgini proveniente de su archivo, se grabó en el laboratorio personal del
mismo músico en colaboración estrecha conmigo y usando efectos electrónicos;
también mi propia voz deformada.
Debido
a su final, donde Raymond transformado en muerto viviente mata a Arthur
Kennedy, quedando de esta manera los zombies a sus anchas por la capilla
inglesa, y la máquina agrícola en funcionamiento y enviando ondas a la
naturaleza, ¿se habló de la posibilidad de rodar una segunda entrega?
No, porque este final, el protagonista
transformado en zombie, igual que el antagonista, el sargento, fue una pirueta
mía. El protagonista mata al policía y la máquina sigue funcionando. Ya está.
No profanar el sueño de los muertos ha sido comparada en múltiples ocasiones con la
película de George A. Romero La noche de
los muertos vivientes (1968). Incluso, según leí en una entrevista tuya, en
tu cortometraje Los contestatarios
(1971) le dedicaste un pequeño homenaje. ¿En qué consistía?
Rodé en la puerta de un cine donde se
proyectaba La noche de los muertos
vivientes, con gente pasando como “muertos vivientes”.
No profanar el sueño de los muertos ha sido hasta la fecha tu última incursión dentro del
género fantástico. ¿No surgió volver a dirigir un film de terror?
No, pues cuando se estrenó en España, en
1974, no tuvo prácticamente repercusión. De público más bien poco, y los
críticos y entendidos tampoco respondieron muy bien… En aquel año, con Franco
tambaleante, había muchas tensiones económicas, políticas, etcétera. Cuando
acabé de rodar la película me pregunté: “¿Y
ahora qué?”. Entonces, José Frade me propuso hacer El secreto inconfesable de un chico bien, algo que me pareció muy
atractivo. A todo esto el tiempo pasó y tuve dos hijos que se iban haciendo
mayores... Si en aquel momento hubiese tenido la idea de hacer la película
sobre Edgar A. Poe, quizá hubiese seguido dentro del género fantástico y de
terror, pero como no tuve ninguna propuesta de hacer una película dentro de
este terreno, tampoco tuve nada que proponer, y No profanar el sueño de los muertos no acabó de funcionar, finalizó
dicha etapa. Así pues, continué con Frade haciendo películas: La trastienda, La siesta y Cartas de amor de una monja.
Finalizada
la película, participa en la séptima edición del Festival Internacional de
Cinema Fantàstic de Catalunya – SITGES 1974, alzándose con tres premios: a la
mejor actriz, que recayó en Cristina Galbó, mejores efectos especiales y, por
último, el del jurado de la crítica a mejor película.
Asistí aquel año al Festival de Sitges y
fue una experiencia inolvidable, sobre todo contemplando la reacción del
público. De Sitges también recuerdo que al cabo de muchos años se hizo otra
revisión de la película y se pasó junto a Ceremonia
sangrienta [Jordi se refiere a la edición de 1996, en concreto a la retrospectiva de cine
fantástico y de terror español The
Spanish Fantasy Pictures Show].
¿La
película compitió en otros festivales nacionales o internacionales?
A nivel internacional recuerdo que
participó en un festival de Amberes, al que asistí, y donde ganó el premio al
mejor director, por parte del jurado, y el premio del público a la mejor
película. También tuvo una buena acogida en Bruselas y
en la ciudad alemana de Düsseldorf.
A nivel nacional, y en ese año, me
entregaron el premio a mejor director, con un gran enfado por parte de la crítica
intelectual. Fue algo muy curioso. Ese año había una película de Carlos Saura,
una de José Luis Borau y la mía, eran las tres candidatas. A mejor película
creo recordar que ganó Borau; y a mi me dieron el premio a mejor director, algo
que no gustó nada a una amplia mayoría de los congregados en el acto, pues cuando
salí a recoger el premio casi nadie aplaudió. Tenía a la gente en contra. Ante
tal circunstancia me llevé un buen disgusto, pues la película está muy bien
realizada y con mucho trabajo a sus espaldas por parte de mucha gente; llena de
detalles, como por ejemplo la secuencia en la que el muerto le toca los ojos a
los otros cadáveres dentro de la cripta y estos últimos vuelven a la vida, es
algo que está sacado de la extremaunción. Me impresionó mucho cuando
falleció mi padre y llegó un cura para hacer la extremaunción. Se mojó los
dedos en aceite y le tocó los ojos y la boca. Aquella imagen en la película de
la mano tocando con sangre los rostros de los muertos está sacada de esto que
te cuento.
Hay muchas más cosas, como por ejemplo la
escena donde un médico muere de un hachazo en la cabeza, realizada al revés para que tuviera más violencia, algo que cuando uno ve
la película no lo nota. Había dos hachas, una entera y otra con la forma de la
cabeza. Al rodar sale el hacha con forma de cabeza con un movimiento
muy rápido y violento para atrás y así el espectador no se percata de ello.
Estos son únicamente unos pocos detalles, hay muchos más. Pequeñas cosas muy
bien elaboradas que mucha de aquella gente no supo apreciar...
Menuda
papeleta que tocaría lidiar…
Cierto… En contrapunto estoy satisfecho con
el éxito en EE.UU., donde tuvo mucho éxito a nivel comercial. Que yo sepa ha
sido mi única película estrenada en Brodway. Los films españoles, normalmente,
cuando van a EE.UU. se pasan en circuitos de cine clásico. Supongo que ahora
Almodóvar va a cines grandes y, posiblemente, Amenábar también. Pero las
películas de Saura, Bardem, Berlanga, u otro film mío como Chicas de club, se pasaban en cines minoritarios, tipo Verdi. Pero No profanar el sueño de los muertos se
estrenó a lo grande. Al igual que en Japón. En aquellos años de vez en cuando
me llegaba algún productor que venía de Japón y me decía que había visto un
cartel de mi película en una oficina de dicho país.
También recuerdo con mucho cariño las
proyecciones de No profanar el sueño de
los muertos y Ceremonia sangrienta
en Montpellier, Francia, en el año 2003. Entre los asistentes, y como miembro
del jurado del festival de Montpellier, estaba uno de los responsables de la Filmoteca de París. Él
no había visto ninguna película mía y al ver Ceremonia sangrienta se quedó alucinado. Inmediatamente llamó a
París y en cuestión de tres días me organizaron un homenaje en la Filmoteca , todo un poco
precipitado e improvisado, pero les dio tiempo a confeccionar un programa de
varias hojas con una pequeña biografía mía, un grabado qué no sé de donde lo
sacaron y con la frase, en la parte delantera: “Homenaje a Jordi Grau”. [risas]
En
total he llegado a contabilizar hasta nueve títulos diferentes de la película: The living dead at the Manchester Morgue, No
profanar el sueño de los muertos, Non si debe profanare il sonno dei morti, Da
dova vieni?, Don’t open the window, Invasion der zombies, Let sleeping corpses
lie, Le massacre des morts-vivents, Zombie 3…
Y el título elegido por mí no ha salido
nunca [risas]. El que me dio el productor junto al guion no me gustaba. Me
parecía una coña, así que lo cambié por El
valle de los muertos. Y con ese título en la claqueta se rodó y montó el
film. Posteriormente, se volvió a cambiar y terminó llamándose No profanar el sueño de los muertos.
¿Cuál
era aquel primer título que no te gustó?
Weekend
per i morti.
¿Y a quién
se le ocurrió el nombre definitivo?
El título fue sugerido por el productor
italiano, posiblemente a sugerencia del guionista Sandro Continenza, pues el
título original no me gustaba nada. Su título en España, No profanar el sueño de los muertos, me gustó mucho. Aunque en cada
país se iba cambiando: en Italia Da dova
vieni?, en Inglaterra The living dead
at the Manchester Morgue, en EE.UU. Let
sleeping corpses lie, en Francia Le
massacre des morts-vivents, en Alemania ni me acuerdo y de Japón ni
hablemos [risas].
Otro
punto muy interesante es el cartel español. Con ese lila intenso de fondo acompañado
de unos rostros con los ojos vacíos y lleno de ondas. ¿Quién lo diseñó?
¿Aportaste alguna idea o sugerencia?
Del tema del cartel nunca supe nada… fue
cosa de la distribuidora. Realmente, un acierto.
¿Qué
te han parecido los carteles internacionales, pues hay un buen número de ellos?
De los carteles internacionales me gusta
mucho el americano. De los demás ni me acuerdo…
LOS
ZOMBIES SE PASEAN POR EL MUNDO
En estos
últimos años No profanar el sueño de los
muertos está teniendo un interesante revival
a nivel nacional, también tu figura. Tras algún esporádico pase en los noventa,
como el mencionado anteriormente en SITGES o al inicio de dicha década en la Muestra de Cine
Independiente y Fantástico de Toledo, a partir del 2000 ha sido un film muy activo, proyectándose en el certamen Fantosfreak
en 2002, en mayo de 2007 en el Espai Jove Garcilaso de Barcelona organizado por
El Buque Maldito, o en los festivales de Algeciras Fantástika 2007, Cryptshow
Festival 2008 o Cardoterror 2010, e incluso recibiendo algún premio honorífico
en dichas muestras cinematográficas.
En realidad, No profanar el sueño de los muertos me persigue, soy víctima de
ella… Casi me gustaría estar muerto para poder decir: “No hay que profanar el sueño de los muertos” [risas]. Pero siempre
es agradable ver la película, además con gente a la que le encanta el film, y
comprobar que sigue teniendo un cierto atractivo. Todo esto me encanta. La
vuelvo a ver una y otra vez… unas veces me gusta más, otras menos. Depende un
poco de la proyección.
Por ejemplo, el pase que organizaste tú me
gustó mucho. En Algeciras montaron un evento muy importante, pero del que nadie
se enteró. Era una sala espléndida, una proyección magnífica, pero no asistió nadie.
Pasaron todas las películas de terror de la Universal. Fue muy
interesante el ciclo. El contacto con los organizadores fue muy bueno: gente
espléndida, muy entusiasta y con la que podías hablar de muchas cosas. Surgieron
temas muy interesantes de aquellas conversaciones. También estaba por allí Paul
Naschy, una fuerza de la naturaleza, que empuja por todas partes y que es capaz
de organizar grandes tinglados. Estuvimos hablando de la posibilidad de hacer
un proyecto juntos, con un tema que vi interesante… pero luego estuve
trabajando en él y no le vi el toque. Al final no lo hicimos.
El Cryptshow Festival tiene un público que
casi forma parte de los organizadores. Un grupo de amigos muy amplio, se crea
un clima familiar que comparte esta fascinación por el mundo del terror. En
cada encuentro de estos se acaba sumando un nombre importante en mi agenda. Ha
sido contigo, con Toni del Cryptshow, con los de Algeciras, y el contacto de
una familia como ésta, con la que se comparte algo, va aumentando.
Del Cardoterror y sus organizadores también
tengo un recuerdo excelente. Ha sido una fuente de contacto entrañable. Es una
película que me proporciona cantidad de amigos, y no únicamente en España. Recuerdo
en una ocasión estando como jurado en un festival de cine fantástico en
Bruselas, donde aparecieron un grupo de fans alemanes, quienes hicieron el
viaje en coche para que les firmara carteles, discos, fotos, etcétera ¡y mira que
la película no se proyectaba!
Vayamos
ahora a tratar el tema de las ediciones de la película en DVD. Personalmente me
gustaría centrarme en dos de ellas: la española de Divisa y la magnífica
edición estadounidense de Blue Underground.
En la edición española estuve muy encima de
ella, me involucré bastante en el proyecto. Empezamos hablando con la Filmoteca de Madrid y
con Enrique Cerezo, el dueño de los derechos de la película, pues el film no
estaba en muy buenas condiciones y necesitaba pasar por el laboratorio para
restaurar los negativos. Tras cerrar el tema de la película nos pusimos a trabajar
en los extras.
Para la edición española también quería
incluir el documental Back to the morgue,
pero Blue Underground pedía mucho dinero por él. Con el presupuesto que había
por parte de la distribuidora española era imposible hacer frente a dicha suma.
Mi idea era también incluir entrevistas con
Jennine Mestre, Fernando Hilbeck, José Lifante… pero finalmente, y por diversas
razones, tampoco fue posible. Otra cosa que tenía en mente era hacer algo en
Cinearte, los estudios de Madrid donde rodé parte de los interiores de la
película. Finalmente, se incluyó una entrevista conmigo, filmografías, críticas
de la película, recortes de prensa de la época, fotos del rodaje, etcétera.
La edición de Blue Underground, tal y como
tú citas, es magnífica. La experiencia de volver a los sitios donde se rodó la
película para el documental Back to the
morgue fue muy agradable. Algunos lugares habían cambiando por completo y
otros estaban exactamente igual. Fue muy bonito. En un pueblo donde estuvimos
rodando había cambiado todo. No conseguía encontrar el hotel donde había estado
viviendo durante el rodaje durante unos diez o doce días por ninguna parte. De
pronto, dije: “Me parece que es esa casa
que ahora es un banco”. Y, efectivamente, aquel banco había sido el hotel. Aquel
pueblecito donde apenas paraban coches se había convertido en un centro
turístico importante. Otros sitios, como el lugar donde aparece el primer
zombie, estaba exactamente igual.
La duración del documental es de casi una
hora y voy hablando con el periodista italiano Gianluca Gastoldi, especializado
en cine fantástico y que habla muy bien castellano. Al igual que a ti, lo
conocí a través de una entrevista que me realizó para hablar de No profanar el sueño de los muertos y Ceremonia sangrienta. Tuvimos una
reunión el primer día con el director David Gregory, Gianluca Gastoldi y el
productor para preparar el itinerario y hacer todo el recorrido en dos días.
A día de hoy la película está editada en
todas partes: EE.UU., Inglaterra, Italia, Japón… Los estadounidenses mandaron
un equipo a mi casa para hacerme una entrevista que luego se incluyó en los
extras del DVD, en la primera edición de Blue Underground.
Los ingleses también hicieron lo propio y
tras los pases de Londres en 1999 y Manchester en 2000, editaron la película en
DVD. También publicaron en diferentes medios entrevistas conmigo hablando del
film, incluso una entrevista en la edición en DVD de Anchor Bay.
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