jueves, 27 de diciembre de 2018

Entrevista a Jordi Grau


Ayer martes 26 de diciembre fallecía en Madrid el realizador catalán Jordi Grau. Excelente director e íntimo amigo al que me unía una larga amistad gracias a su film No profanar el sueño de los muertos (1974). Dicha cinta fue nuestra toma de contacto. A continuación, y a modo de homenaje, recupero una extensa entrevista centrada en su obra magna que daba comienzo en agosto del año 2006 en la localidad catalana de Ampolla, lugar donde Jordi y su esposa Gemma pasaban los veranos. En julio del 2008 y abril del 2011, y gracias a distintos encuentros, tuve oportunidad de ir ampliado la interviú, ya que las novedades acerca de la película se iban sucediendo. Sirva el texto a modo de tributo a uno de los grandes de nuestra cinematografía que, con mucho pulso a la hora de desplazarse en el cine de "géneros", nos deja un legado fílmico envidiable y enriquecedor. Fins sempre, Jordi.




LOS MUERTOS VIVIENTES EMPIEZAN A DEAMBULAR…

En primer lugar, me gustaría saber cómo nace No profanar el sueño de los muertos. Todo un clásico del cine de terror español y una de las mejores películas de zombies realizadas hasta el día de hoy.
Pues tiene su historia. Cuando iba a rodar Ceremonia sangrienta contacté con un productor italiano, pues ésta también se realizaba en régimen de coproducción con Italia. Quedé con él y nos fuimos a ver a un guionista para hablar de la película. Cuando íbamos en el coche el productor me preguntó si me gustaba La noche de los muertos vivientes. Yo afirmé: "Sí, es una buena película”. Y él me dijo: "Ceremonia sangrienta debe ser como La noche de los muertos vivientes pero en color". A lo que repliqué: "No tienen nada que ver. Son cosas bien distintas". Pero él intentaba por todos los medios convencerme.
Edmondo Amati, el productor italiano, había distribuido en Italia la película de George A. Romero, cuyo rotundo éxito le había generado muchísimo dinero. Sandro Continenza, el guionista, opinaba igual que yo, y decía que era una locura hacer algo así, pues ambos films eran completamente distintos y lo único que íbamos a conseguir era destrozar Ceremonia sangrienta. Entonces, Amati intentó sin éxito convencer a Sandro y, finalmente, no entró en la producción.
Pasado un tiempo, y tras dirigir y estrenar en Italia Ceremonia sangrienta y Pena de muerte, Amati volvió a ponerse en contacto conmigo aprovechando una visita a Madrid. Me preguntó si podía desayunar con él al día siguiente y quedamos los dos en un hotel de la ciudad. Tras unas primeras frases de cordialidad y preguntarme qué tal me había ido con mis dos últimas películas, orientó nuevamente la conversación hacia mis sensaciones con respecto a La noche de los muertos vivientes. “¡Pues claro que me sigue gustando!”, le contesté. Entonces abrió una bolsa que llevaba, sacó un guion, lo puso encima de la mesa y me dijo: “Esto es La noche de los muertos vivientes pero en color”. Yo pensé que estaba loco y que tenía una obsesión conmigo y con la película de Romero [risas]. Finalmente, y ya que me había invitado a desayunar, decidí llevarme el guion, cuyo autor era Sandro Continenza.

¿Qué te pareció el guion?
Muy bueno. Bien construido y hasta más interesante que La noche de los muertos vivientes. La película de George A. Romero posee la virtud que los muertos vivientes salen de sus tumbas y atacan a la gente. Algo novedoso para entonces. Pero en el guion de Sandro había personajes concretos, bien diferenciados, algo que me parece muy importante para una película, pues en mis obras, desde la primera hasta la última, siempre he cuidado mucho dicho aspecto. Son ellos los que tienen que moverte, los que llevan el peso del film. Entonces vi que tenía delante un proyecto muy interesante y que iba a poder rodar con medios. Ten en cuenta que hasta entonces siempre había rodado con los medios justos, y encima en Inglaterra y en los estudios de Cinecittà en Roma, lugar al que me hacía mucha ilusión volver.

Una nueva oportunidad de volver a Italia, donde habías cursado anteriormente tus estudios en el Centro Sperimentale de Roma.
Recuerdo otras estancias anteriores preparando diferentes películas, como Los últimos días de Pompeya en 1959, Noche de verano en 1962 y, posteriormente, doblándola. O rodando Goliath contra los gigantes en 1960. Asimismo, en 1963 asistí como miembro del jurado en el Festival de Sestri Levante y en 1968 preparando y grabando la música de Historia de una chica sola. No profanar el sueño de los muertos también la preparé toda en Roma. Y, ahora que me acuerdo, en la presentación del libro que escribí sobre Fellini.

Volviendo otra vez al guion, ¿realizaste alguna aportación?
Sí. Propuse algunos cambios, como acentuar el tema ecológico, pues era algo que ya estaba en el guion. De todos modos, tuve total libertad para hacer todo de una forma creíble. A todo me dijeron que sí. Ha sido la película que mejor he podido preparar. Estuve trabajando en su preproducción cerca de tres meses en un estudio de Roma y buscando siempre la mayor realidad a todo lo que rodeaba a la película. Es decir, huir de lo inventado, de lo falso e ir a lo verdadero.
Por ejemplo, el tema de la máquina que emite ultrasonidos. Según el guion era una máquina inventada por unos ingenieros enloquecidos. Les dije que no, que íbamos a utilizar una máquina que vista en un campo no llamara la atención: una máquina agrícola. Los personajes de los muertos están todos sacados de un libro de anatomía forense con fotos de auténticos cadáveres, de gente muerta con violencia, como el que muere ahorcado y tiran su cuerpo a un río. Lleva durante toda la película una soga y va siempre mojado. Al estar todo sacado de fotos reales tiene cierto realismo. Incluso el hecho de la mujer drogadicta.

Un amplio trabajo en lo que concierne al tratamiento de personajes…
Cierto. Durante todo este tiempo de preparación los personajes tenían su personalidad, como el protagonista, Raymond Lovelock, un ecologista muy acorde con la época en la que se hizo la película. Además, pude introducir al personaje del sargento, lo cual me agradó mucho, pues Ray sí que estaba descrito en el guion pero este segundo no, pues inicialmente se trataba de un funcionario. Lo que intenté hacer fue ir inventándome motivaciones alrededor de él, como la historia del policía joven y brillante pero que por alguna razón queda relegado a un segundo término a causa de su carácter violento. Se hace mayor y ya no pasará de sargento. Esto es un motivo más de violencia y de resentimiento: las mismas cosas que otro policía haría de una forma fría y profesional, éste las hace con un punto de mala leche que le da mayor fuerza a la historia. Este concepto Arthur Kennedy lo entendió muy bien.

¿Lo conocías con anterioridad?
No. En el reparto tenía que haber un actor americano. Había uno inglés, Raymond, y entre los americanos se barajaron varios nombres de importantes secundarios. A mi personalmente el que más me gustaba era el de Arthur. Él estaba prácticamente retirado, vivía en Canadá, tenía una escuela de teatro y de vez en cuando aceptaba algún papel para ganar un dinero, ceder su nombre y volver a Toronto para seguir con el teatro, que era lo que le gustaba. Cuando llegó al rodaje, un día antes de empezar, lo hizo pensando en hacer el personaje lo mejor posible y salir del paso. Cuando se encontró conmigo, una persona a la que le gustaba lo que estaba haciendo y trataba de profundizar, y pude contarle la historia, le gustó mucho y a partir de una primera conversación lo hizo prácticamente todo solo. Sin yo decir nada era ese sargento que yo había compuesto en el guion.
Luego se encontró con actores estupendos como Jeannine Mestre, una fantástica actriz que hacía de drogadicta, y poco a poco se fue creando un clima no de hacer una película convencional y cubrir el expediente lo mejor posible, si no de hacer una película en la que se creía. Con cuerpo y alma.

¿Qué tal con el reparto estatal? Fernando Hilbeck, Cristina Galbó, José Lifante… supongo que sería escogido por ti, ¿correcto?
Todos, junto a Jeannine Mestre, fueron elegidos por mí. Su participación fue espléndida, como puede comprobarse en la película. Y no tengo más que buenas palabras para todos ellos.

¿Y cómo fue trabajar con todo un maestro del maquillaje como es Giannetto de Rossi?
¡Espléndido! Con Gianneto nos pasábamos tardes enteras viendo y estudiando películas. Por ejemplo la escena donde están agarrando un pecho a la telefonista, que era amiga de mi mujer Gemma. Todo el interior del pecho estaba repleto de tubitos de plástico para que pareciesen venas. Hay también un muerto que aparece casi desnudo con una cicatriz de arriba abajo. Esta caracterización está basada en una autopsia, tal como queda la persona tras ella. Todo el conjunto de zombies y muertos estaban sacados de libros de medicina forense. Giannetto y yo nos volvíamos locos viendo, repasando y buscando los personajes y pensando con los actores qué tipo de muerto le iba mejor.
En la película, y ya que hablamos de éste apartado, hay un lenguaje de color escondido, al revés de Ceremonia sangrienta. Cuando me puse a preparar la película una de las cosas que hice fue ver en repetidas ocasiones La noche de los muertos vivientes y me di cuenta que una de las cosas que produce un gran efecto durante el film es la sangre, la cual es negra. En películas como Pánico en el Transiberiano o La noche de Walpurgis la sangre ya era roja. Pero viéndola y reflexionando sobre ello, llegué a la conclusión que era demasiado roja. Y decidí que la sangre tenía que ser casi negra. Entonces hablé con Giannetto sobre esta circunstancia y nos pusimos a buscar un tono de rojo oscuro. En vez de jugar con el rojo bermellón, el color real de la sangre, usamos el carmín con tonos oscuros para dar con lo que estaba buscando. Además, como la película iba a transcurrir en campo abierto y verde, lo que hice fue vestir a los personajes de diferentes colores, como el negro o el gris, y a la protagonista con un abrigo de terciopelo verde. Pero nunca utilicé el rojo; si te das cuenta no hay ningún personaje que vaya nunca vestido de ese color. Se reservó para la sangre y los ojos.

Y con el resto de técnicos, ¿también funcionó bien el trabajo?
Sí. Me encontré con gente muy buena, como por ejemplo Carlo Leva, el decorador. Normalmente, en esa época las películas de este género se cuidaban muy poco y se hacían de cualquier manera. No se observaban los detalles y todas ellas se hacían deprisa y corriendo. En cambio, en No profanar el sueño de los muertos no pasaron estas cosas. Estaba todo muy bien preparado y tuve la suerte de poder rodearme de gente con talento, como Giannetto, Leva, o el operador Francisco Sempere, quien había trabajado en todas las películas de Luis García Berlanga. El ayudante de dirección, Gianni Arduini, quien posteriormente lo fue de Fellini, me lo habían impuesto en el equipo los productores italianos, quienes pensaban que un director español era de esos que dejaban pasar cualquier cosa, pero se encontraron que no. Yo era tan meticuloso como el que más y se fue formando un equipo de gente que estaba a gusto y contenta con su trabajo.

¿Se realizó todo el rodaje en Inglaterra?
En Inglaterra se rodó el grueso de la película: los paisajes, el río, las carreteras, las gasolineras y en la central nuclear de Derby. Las calles de la ciudad y los exteriores del hospital pertenecen a Manchester. Y también en el cementerio de Hathersage.
En España se rodó en un chalet de Robledo de Chabela y en los estudios de Cinearte de Madrid, como por ejemplo el interior del hospital.
La secuencia de la cripta la rodé en los estudios de Cinecittà de Roma; y la caseta del cementerio en decorados.

¿Recuerdas alguna anécdota durante el rodaje?
El cementerio donde rodamos, localizado en un pueblecito inglés llamado Hathersage, es donde supuestamente se encuentra la tumba de Little John, amigo y ayudante de Robin Hood en sus aventuras, según el folclore local, claro está... Era un pueblo muy pequeño, con muy pocos habitantes, quizá unos trescientos, si llegaban, y todo alrededor de una carretera con cinco hoteles muy pequeños, normalmente destinados a turistas atraídos por la tumba de Little John. Era un cementerio gótico muy bonito con esa tumba fantasma que era un atractivo turístico. Al llegar todo el equipo a la localización para iniciar el rodaje, con los focos, actores disfrazados de muertos que andaban por allí a todas horas, técnicos... hubo una protesta. Se hizo eco el periódico de la ciudad más cercana y el regional sacó la noticia con grandes titulares, mientras que los de Manchester y Londres lo hicieron con una nota pequeñita. La noticia era muy graciosa, pues hablaban de una profanación por parte de unos desaprensivos cinematográficos de la tumba de Little John, pero como teníamos permiso para rodar durante tres días, pues nada, allí seguimos.
Ahora también me viene a la mente la secuencia en la que Raymond Lovelock y Cristina Galbó van al cementerio y se quedan encerrados junto a los cadáveres sin posibilidad de salir de la cripta. En esa secuencia me inspiré de una historia que mis padres me contaban de pequeño. Cuando me portaba mal me decían que vendrían los muertos y me tirarían de las piernas. Esta idea o imagen de los muertos tirando de las piernas siempre me ha obsesionado. Al llegar la escena de la cripta, rodada en Cinecittà, quise hacer la imagen que tanto me había perseguido de pequeño. Cuando ellos suben al interior de un nicho para poder salir aparecen las manos de los muertos y les tiran de las piernas. En los cines, al pasar dicha secuencia, siempre surgía algún grito, así que esta idea subliminal de los muertos tirando de los pies no debió ser un invento de mis padres, sino que era algo más extendido de lo que me creía [risas].

¿Qué tal se desarrolló el montaje?
El montaje sonoro fue muy laborioso. Recuerdo una anécdota muy graciosa. En la película los muertos tienen una extraña voz, es su forma de expresarse. Cuando en el doblaje les propuse hacer las voces de los muertos, los dobladores hacían unas voces muy raras, algo más bien cómico, justamente lo que yo no quería. Como yo había hecho radio con anterioridad, les dije que eso se hace con la voz para dentro, con el aire hacia dentro. Los dobladores me dijeron entonces que eso ellos no lo podían hacer, que se estropeaban la garganta, así que lo hice yo. Por lo tanto, las voces de los muertos en la película son mías.

Hablando del tema sonoro, cuéntanos cómo se elabora la B.S.O. compuesta por Giuliano Sorgini.
La música, aparte de una pieza musical del mismo Sorgini proveniente de su archivo, se grabó en el laboratorio personal del mismo músico en colaboración estrecha conmigo y usando efectos electrónicos; también mi propia voz deformada.

Debido a su final, donde Raymond transformado en muerto viviente mata a Arthur Kennedy, quedando de esta manera los zombies a sus anchas por la capilla inglesa, y la máquina agrícola en funcionamiento y enviando ondas a la naturaleza, ¿se habló de la posibilidad de rodar una segunda entrega?
No, porque este final, el protagonista transformado en zombie, igual que el antagonista, el sargento, fue una pirueta mía. El protagonista mata al policía y la máquina sigue funcionando. Ya está.

No profanar el sueño de los muertos ha sido comparada en múltiples ocasiones con la película de George A. Romero La noche de los muertos vivientes (1968). Incluso, según leí en una entrevista tuya, en tu cortometraje Los contestatarios (1971) le dedicaste un pequeño homenaje. ¿En qué consistía?
Rodé en la puerta de un cine donde se proyectaba La noche de los muertos vivientes, con gente pasando como “muertos vivientes”.

No profanar el sueño de los muertos ha sido hasta la fecha tu última incursión dentro del género fantástico. ¿No surgió volver a dirigir un film de terror?
No, pues cuando se estrenó en España, en 1974, no tuvo prácticamente repercusión. De público más bien poco, y los críticos y entendidos tampoco respondieron muy bien… En aquel año, con Franco tambaleante, había muchas tensiones económicas, políticas, etcétera. Cuando acabé de rodar la película me pregunté: “¿Y ahora qué?”. Entonces, José Frade me propuso hacer El secreto inconfesable de un chico bien, algo que me pareció muy atractivo. A todo esto el tiempo pasó y tuve dos hijos que se iban haciendo mayores... Si en aquel momento hubiese tenido la idea de hacer la película sobre Edgar A. Poe, quizá hubiese seguido dentro del género fantástico y de terror, pero como no tuve ninguna propuesta de hacer una película dentro de este terreno, tampoco tuve nada que proponer, y No profanar el sueño de los muertos no acabó de funcionar, finalizó dicha etapa. Así pues, continué con Frade haciendo películas: La trastienda, La siesta y Cartas de amor de una monja.


LA PROFANACIÓN LLEGA A SU FIN


Finalizada la película, participa en la séptima edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya – SITGES 1974, alzándose con tres premios: a la mejor actriz, que recayó en Cristina Galbó, mejores efectos especiales y, por último, el del jurado de la crítica a mejor película.
Asistí aquel año al Festival de Sitges y fue una experiencia inolvidable, sobre todo contemplando la reacción del público. De Sitges también recuerdo que al cabo de muchos años se hizo otra revisión de la película y se pasó junto a Ceremonia sangrienta [Jordi se refiere a la edición de 1996, en concreto a la retrospectiva de cine fantástico y de terror español The Spanish Fantasy Pictures Show].

¿La película compitió en otros festivales nacionales o internacionales?
A nivel internacional recuerdo que participó en un festival de Amberes, al que asistí, y donde ganó el premio al mejor director, por parte del jurado, y el premio del público a la mejor película. También tuvo una buena acogida en Bruselas y en la ciudad alemana de Düsseldorf. 
A nivel nacional, y en ese año, me entregaron el premio a mejor director, con un gran enfado por parte de la crítica intelectual. Fue algo muy curioso. Ese año había una película de Carlos Saura, una de José Luis Borau y la mía, eran las tres candidatas. A mejor película creo recordar que ganó Borau; y a mi me dieron el premio a mejor director, algo que no gustó nada a una amplia mayoría de los congregados en el acto, pues cuando salí a recoger el premio casi nadie aplaudió. Tenía a la gente en contra. Ante tal circunstancia me llevé un buen disgusto, pues la película está muy bien realizada y con mucho trabajo a sus espaldas por parte de mucha gente; llena de detalles, como por ejemplo la secuencia en la que el muerto le toca los ojos a los otros cadáveres dentro de la cripta y estos últimos vuelven a la vida, es algo que está sacado de la extremaunción. Me impresionó mucho cuando falleció mi padre y llegó un cura para hacer la extremaunción. Se mojó los dedos en aceite y le tocó los ojos y la boca. Aquella imagen en la película de la mano tocando con sangre los rostros de los muertos está sacada de esto que te cuento.
Hay muchas más cosas, como por ejemplo la escena donde un médico muere de un hachazo en la cabeza, realizada al revés para que tuviera más violencia, algo que cuando uno ve la película no lo nota. Había dos hachas, una entera y otra con la forma de la cabeza. Al rodar sale el hacha con forma de cabeza con un movimiento muy rápido y violento para atrás y así el espectador no se percata de ello. Estos son únicamente unos pocos detalles, hay muchos más. Pequeñas cosas muy bien elaboradas que mucha de aquella gente no supo apreciar...

Menuda papeleta que tocaría lidiar…
Cierto… En contrapunto estoy satisfecho con el éxito en EE.UU., donde tuvo mucho éxito a nivel comercial. Que yo sepa ha sido mi única película estrenada en Brodway. Los films españoles, normalmente, cuando van a EE.UU. se pasan en circuitos de cine clásico. Supongo que ahora Almodóvar va a cines grandes y, posiblemente, Amenábar también. Pero las películas de Saura, Bardem, Berlanga, u otro film mío como Chicas de club, se pasaban en cines minoritarios, tipo Verdi. Pero No profanar el sueño de los muertos se estrenó a lo grande. Al igual que en Japón. En aquellos años de vez en cuando me llegaba algún productor que venía de Japón y me decía que había visto un cartel de mi película en una oficina de dicho país.
También recuerdo con mucho cariño las proyecciones de No profanar el sueño de los muertos y Ceremonia sangrienta en Montpellier, Francia, en el año 2003. Entre los asistentes, y como miembro del jurado del festival de Montpellier, estaba uno de los responsables de la Filmoteca de París. Él no había visto ninguna película mía y al ver Ceremonia sangrienta se quedó alucinado. Inmediatamente llamó a París y en cuestión de tres días me organizaron un homenaje en la Filmoteca, todo un poco precipitado e improvisado, pero les dio tiempo a confeccionar un programa de varias hojas con una pequeña biografía mía, un grabado qué no sé de donde lo sacaron y con la frase, en la parte delantera: “Homenaje a Jordi Grau”. [risas]

En total he llegado a contabilizar hasta nueve títulos diferentes de la película: The living dead at the Manchester Morgue, No profanar el sueño de los muertos, Non si debe profanare il sonno dei morti, Da dova vieni?, Don’t open the window, Invasion der zombies, Let sleeping corpses lie, Le massacre des morts-vivents, Zombie 3
Y el título elegido por mí no ha salido nunca [risas]. El que me dio el productor junto al guion no me gustaba. Me parecía una coña, así que lo cambié por El valle de los muertos. Y con ese título en la claqueta se rodó y montó el film. Posteriormente, se volvió a cambiar y terminó llamándose No profanar el sueño de los muertos.

¿Cuál era aquel primer título que no te gustó?
Weekend per i morti.

¿Y a quién se le ocurrió el nombre definitivo?
El título fue sugerido por el productor italiano, posiblemente a sugerencia del guionista Sandro Continenza, pues el título original no me gustaba nada. Su título en España, No profanar el sueño de los muertos, me gustó mucho. Aunque en cada país se iba cambiando: en Italia Da dova vieni?, en Inglaterra The living dead at the Manchester Morgue, en EE.UU. Let sleeping corpses lie, en Francia Le massacre des morts-vivents, en Alemania ni me acuerdo y de Japón ni hablemos [risas].

Otro punto muy interesante es el cartel español. Con ese lila intenso de fondo acompañado de unos rostros con los ojos vacíos y lleno de ondas. ¿Quién lo diseñó? ¿Aportaste alguna idea o sugerencia?
Del tema del cartel nunca supe nada… fue cosa de la distribuidora. Realmente, un acierto.

¿Qué te han parecido los carteles internacionales, pues hay un buen número de ellos?
De los carteles internacionales me gusta mucho el americano. De los demás ni me acuerdo…


LOS ZOMBIES SE PASEAN POR EL MUNDO


En estos últimos años No profanar el sueño de los muertos está teniendo un interesante revival a nivel nacional, también tu figura. Tras algún esporádico pase en los noventa, como el mencionado anteriormente en SITGES o al inicio de dicha década en la Muestra de Cine Independiente y Fantástico de Toledo, a partir del 2000 ha sido un film muy activo, proyectándose en el certamen Fantosfreak en 2002, en mayo de 2007 en el Espai Jove Garcilaso de Barcelona organizado por El Buque Maldito, o en los festivales de Algeciras Fantástika 2007, Cryptshow Festival 2008 o Cardoterror 2010, e incluso recibiendo algún premio honorífico en dichas muestras cinematográficas.
En realidad, No profanar el sueño de los muertos me persigue, soy víctima de ella… Casi me gustaría estar muerto para poder decir: “No hay que profanar el sueño de los muertos” [risas]. Pero siempre es agradable ver la película, además con gente a la que le encanta el film, y comprobar que sigue teniendo un cierto atractivo. Todo esto me encanta. La vuelvo a ver una y otra vez… unas veces me gusta más, otras menos. Depende un poco de la proyección.
Por ejemplo, el pase que organizaste tú me gustó mucho. En Algeciras montaron un evento muy importante, pero del que nadie se enteró. Era una sala espléndida, una proyección magnífica, pero no asistió nadie. Pasaron todas las películas de terror de la Universal. Fue muy interesante el ciclo. El contacto con los organizadores fue muy bueno: gente espléndida, muy entusiasta y con la que podías hablar de muchas cosas. Surgieron temas muy interesantes de aquellas conversaciones. También estaba por allí Paul Naschy, una fuerza de la naturaleza, que empuja por todas partes y que es capaz de organizar grandes tinglados. Estuvimos hablando de la posibilidad de hacer un proyecto juntos, con un tema que vi interesante… pero luego estuve trabajando en él y no le vi el toque. Al final no lo hicimos.
El Cryptshow Festival tiene un público que casi forma parte de los organizadores. Un grupo de amigos muy amplio, se crea un clima familiar que comparte esta fascinación por el mundo del terror. En cada encuentro de estos se acaba sumando un nombre importante en mi agenda. Ha sido contigo, con Toni del Cryptshow, con los de Algeciras, y el contacto de una familia como ésta, con la que se comparte algo, va aumentando.
Del Cardoterror y sus organizadores también tengo un recuerdo excelente. Ha sido una fuente de contacto entrañable. Es una película que me proporciona cantidad de amigos, y no únicamente en España. Recuerdo en una ocasión estando como jurado en un festival de cine fantástico en Bruselas, donde aparecieron un grupo de fans alemanes, quienes hicieron el viaje en coche para que les firmara carteles, discos, fotos, etcétera ¡y mira que la película no se proyectaba!

Vayamos ahora a tratar el tema de las ediciones de la película en DVD. Personalmente me gustaría centrarme en dos de ellas: la española de Divisa y la magnífica edición estadounidense de Blue Underground.
En la edición española estuve muy encima de ella, me involucré bastante en el proyecto. Empezamos hablando con la Filmoteca de Madrid y con Enrique Cerezo, el dueño de los derechos de la película, pues el film no estaba en muy buenas condiciones y necesitaba pasar por el laboratorio para restaurar los negativos. Tras cerrar el tema de la película nos pusimos a trabajar en los extras.
Para la edición española también quería incluir el documental Back to the morgue, pero Blue Underground pedía mucho dinero por él. Con el presupuesto que había por parte de la distribuidora española era imposible hacer frente a dicha suma.
Mi idea era también incluir entrevistas con Jennine Mestre, Fernando Hilbeck, José Lifante… pero finalmente, y por diversas razones, tampoco fue posible. Otra cosa que tenía en mente era hacer algo en Cinearte, los estudios de Madrid donde rodé parte de los interiores de la película. Finalmente, se incluyó una entrevista conmigo, filmografías, críticas de la película, recortes de prensa de la época, fotos del rodaje, etcétera.
La edición de Blue Underground, tal y como tú citas, es magnífica. La experiencia de volver a los sitios donde se rodó la película para el documental Back to the morgue fue muy agradable. Algunos lugares habían cambiando por completo y otros estaban exactamente igual. Fue muy bonito. En un pueblo donde estuvimos rodando había cambiado todo. No conseguía encontrar el hotel donde había estado viviendo durante el rodaje durante unos diez o doce días por ninguna parte. De pronto, dije: “Me parece que es esa casa que ahora es un banco”. Y, efectivamente, aquel banco había sido el hotel. Aquel pueblecito donde apenas paraban coches se había convertido en un centro turístico importante. Otros sitios, como el lugar donde aparece el primer zombie, estaba exactamente igual.
La duración del documental es de casi una hora y voy hablando con el periodista italiano Gianluca Gastoldi, especializado en cine fantástico y que habla muy bien castellano. Al igual que a ti, lo conocí a través de una entrevista que me realizó para hablar de No profanar el sueño de los muertos y Ceremonia sangrienta. Tuvimos una reunión el primer día con el director David Gregory, Gianluca Gastoldi y el productor para preparar el itinerario y hacer todo el recorrido en dos días.
A día de hoy la película está editada en todas partes: EE.UU., Inglaterra, Italia, Japón… Los estadounidenses mandaron un equipo a mi casa para hacerme una entrevista que luego se incluyó en los extras del DVD, en la primera edición de Blue Underground.
Los ingleses también hicieron lo propio y tras los pases de Londres en 1999 y Manchester en 2000, editaron la película en DVD. También publicaron en diferentes medios entrevistas conmigo hablando del film, incluso una entrevista en la edición en DVD de Anchor Bay.    

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