viernes, 24 de enero de 2014

Mindscape (2013). Jorge Dorado



El agua como desconexión y llave aterradora; los sueños como escape distorsionado; las agujas como calculadoras de instantes; y el pasado como telón de fondo. Con dichas piezas y obsesiones el debutante en el largo Jorge Dorado construye —y deconstruye— un impecable thriller de tentativas al terror, donde los espacios cerrados y los desórdenes mentales juegan papeles fundamentales en éste esmerado relato. 
Desacelerada, pero en continuo movimiento, y jugando muy bien todas sus bazas, la cinta arremete a base de quimeras contra los protagonistas en una revuelta incesante de adversidades y desconcierto.

Con la mente de la joven Taissa Farmiga al descubierto, gracias a los poderosos mecanismos del actor Mark Strong, ambos notables y mortíferos, Mindscape se proyecta hacia el espectador a modo de angustiosa alucinación, donde una serie de macabras y prolíferas ecuaciones van dando paso a resultados inesperados.
Soberbia de principio a fin y orquestada magistralmente por el compositor Lucas Vidal, Dorado se mueve perfectamente en los dominios de la dirección, tenaz en todo momento, por emplazamientos que, a buen seguro, cualquier degustador de buen cine ya ha visitado en otros films, pero que ahora reinterpreta con habilidad logrando un distinguido producto, y financiado, entre otros, por el también director Jaume Collet-Serra en su nueva aventura como productor bajo Ombra Films, dispuesto a conectar el género entre EE.UU. y España.
En estos momentos, y visto el resultado, una fórmula idónea y eficaz.

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