Es de agradecer que Nacho Vigalondo, en su segunda
película tras la brillante Los
cronocrímenes (2007), continúe apostando, en cierto modo, por la ciencia
ficción. Género que le concedió notables resultados con su opera prima y, poco a poco, asentándose en nuestro país, 3 Días (F. Javier Gutiérrez, 2008) o Eva (Kike Maíllo, 2011) son dos claros y excelentes ejemplos de un
género que antaño vivió tiempos mejores: El
sonido de la muerte (José
Antonio Nieves Conde, 1965), El refugio
del miedo (José Ulloa, 1974), Espectro
- Más allá del fin del mundo (Manuel Esteba, 1978), La grieta (Juan Piquer Simón, 1990)…
Nacho, de vuelta a un film pequeño con pocos personajes y
escasos escenarios, similar a su debut en el largo, vuelve a interrumpir en el
panorama del fantástico aunque esta vez secundado por una fuerte presencia de
la comedia.
Con un reparto donde nos encontramos a las “celebrities”
Carlos Areces y Raúl Cimas (con ambos, entre otros, facturó el sugestivo y
atractivo sketch Back to the future IV para Muchachada Nui, otra aproximación a la
comedia Sci-Fi), y comandado por Michelle Jenner y Julián Villagrán, Vigalondo,
con el telón de fondo de una invasión alienígena en Madrid —prácticamente
invisible—, escribe y dirige un título donde el humor, el amor y los
desencuentros eclipsan por completo al fantástico, convirtiéndose Extraterrestre en algo aparatoso y sin
apenas gracia en sus noventa minutos de duración. Un metraje que se
desarrolla, prácticamente en su totalidad, en el hogar de Michelle. Apoyada en
débiles escenarios exteriores, chistes de guardería y todo intercalado con un
siempre animado Areces y un Cimas muy desfasado, la propuesta, algo endeble, necesita
de un público rendido para su funcionamiento siempre y cuando no exija y/o
quiera un tono sobrenatural en la historia. En definitiva un título de
guerrilla, pura transición, de un realizador que puede aportar más al panorama,
¡estoy seguro!, en futuros proyectos cinematográficos.
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