miércoles, 27 de marzo de 2013

LOS ÚLTIMOS DÍAS (2013). Álex Pastor & David Pastor



Cuatro años han pasado desde que los hermanos Pastor, en suelo norteamericano, realizaran la correcta Carriers (Infectados) (2009). Título que en cierta manera guarda conexiones con Los últimos días… tales como la sombra del Apocalipsis, la incertidumbre e interrogantes de sus protagonistas a lo largo de la cinta y su constante aroma a road movie, en esta ocasión subterránea, alejada ya de espacios infinitos y carreteras como en su opera prima.
Ubicada ahora la acción en la ciudad de Barcelona, un acierto de aplaudir a rabiar, el efectista tándem compuesto por Quim Gutiérrez y José Coronado, éste último al más puro estilo Santos Trinidad, ¡bien!, se sumergen en la red del metro y alcantarillado de la ciudad condal en busca de sus respectivos objetivos y con una alianza llamada GPS. El impedimento de contactar con la atmósfera y la celeridad de llegar a lugares bien distintos por las mismas grutas transformarán a la pareja en un singular dúo dispuesto a todo por sus estimados.

Asombrosa y terrorífica, vista Barcelona bajo el prisma de los Pastor, los hermanos confeccionan un título vibrante y emotivo que se desplaza por diversos géneros (terror, ciencia ficción, aventuras y acción); al igual que el espectador, movido y tratado como una ficha de ajedrez, de atrás hacia delante y viceversa, en un tablero derruido y envuelto en llamas que, a buen seguro, nunca olvidará.
En Los últimos días, donde el enigma está ubicado en el exterior, como ya apuntaba Shyamalan en la extraordinaria El incidente (2008), los espacios abiertos pasan a ser estériles y en cambio los interiores abundantes de pobladores. Una situación que nos llevará por pasajes excitantes, como el de la iglesia, ¡imponente!, o la llegada al supermercado de Quim, por un momento transportado a Vinyan (Fabrice du Welz, 2008) con esos niños tan oscuros y aborígenes.
Todo en conjunto alza un peldaño más una de las sorpresas del cine de género estatal de estos últimos años. Y es que ver ciertos espacios de Barcelona descompuestos y bajo la bandera de la catástrofe es un plus.
Su tramo final, respirando cine entre butacas y pantalla desbaratada, ¡ojo también a esa Vía Laietana renacentista!, asoma cierto descontrol que, a esas alturas, ya podemos aceptar y disfrutar.

LOS ÚLTIMOS DÍAS: BARCELONA BAJO LA SOMBRA DEL FIN DEL MUNDO, entrevista con los realizadores Álex Pastor y David Pastor



En Arc del Triomf, uno de los escenarios de Los últimos días (2013), me citan las estupendas Sandra Ejarque y Ainhoa Pernaute, ¡en breve tenéis vuestra foto!, con los realizadores David y Álex Pastor para conversar sobre su reciente película, un film apocalíptico ubicado en la ciudad de Barcelona.
Con algunos obligados tabús durante la conversación cara a no desvelar nada al lector, y fans que aparecen de golpe en busca de una instantánea con los hermanos, se va materializando una entrevista que revuelve en su opera prima, en sus estancias y modus operandi en EE.UU. y, lógicamente, se traslada también a la desdibujada ciudad condal que tan bien han sabido plasmar en la pantalla.

Vuestro debut en el largo, Carriers (Infectados) (2009), y Los últimos días guardan ciertos paralelismos, tales como el Apocalipsis, la inquietud y las dudas ante semejante catástrofe y cierto aire a road movie. ¿Por qué volvéis a apostar por estos temas? ¿Podemos hablar de una prolongación? ¿Quizás visteis tras rodar Carriers que se podían contar más cosas semejantes ubicando ahora la película en otra localización?
Álex: No nace con una voluntad de contar cosas que se nos hubiesen quedado en el tintero. La idea ahora estaba en la agorafobia como culminación de las fobias, angustias y otras cosas del mundo occidental del siglo XXI, es la raíz de la historia. El Apocalipsis surgió como algo inevitable o natural de la premisa. Al principio hubo una primera reacción de: “nos vamos a volver a meter en el mismo terreno”. Pero la historia nos gustaba lo suficiente y estamos enamorados con los conceptos, ¡así que adelante y a escribir! Nunca pensamos que sería nuestra siguiente película, hubo otros proyectos por el medio que nunca se llegaron a realizar. Y dio la casualidad que fueron películas consecutivas cuando perfectamente podía no haber sido así.

¿Escribías la historia con la cabeza puesta en la ciudad de Barcelona o surge a medida que avanza el proyecto?
David: Primero fue la historia y luego la ambientación. Era importante el concepto y luego, a la hora de ambientarla, sí que pensamos en ambientarla debido a que es nuestra ciudad. Un sitio donde nunca se ha hecho este tipo de película y donde creemos que las imágenes van a tener más fuerza para el espectador, precisamente por que es una ciudad real. La realidad que el espectador conoce y que va a ver reflejada en la pantalla y después transformada en ese mundo apocalíptico, pero siempre partiendo de esa base real.
Álex: Nunca salió la idea de hacer una película en Barcelona, pero sí que estaba claro que tenía que ser una ambientación cosmopolita, urbana, por que iba con la historia de la película: la ciudad es la representación más clara de la civilización occidental y de la manera de vivir. Tenía que ser un núcleo urbano importante y traerlo a Barcelona fue a posteriori.

¿En algún momento pensasteis realizar la película ubicándola en algún punto de EE.UU.?
David: Como todo siempre se plantea, se habla, se discute… pero era una película que tenía más posibilidades aquí. En EE.UU. nos hubiesen pedido muchas explicaciones del por qué de la epidemia, si son extraterrestres, los móviles, el volcán… mientras que aquí teníamos más libertad para no dar explicaciones y hacer la película que queríamos, sin necesidad de poner malos, antagonistas…

¿Una “libertad” imposible en EE.UU.?
David: Sí. Allí hay algunas concepciones estrechas de lo que es el cine comercial. Pasado por reglas más estrictas. Aquí en España, afortunadamente, es un poco más amplio. Una película como Mientras duermes, que nos gusta mucho, por ejemplo, aquí se considera un thriller comercial y allí sería una película minoritaria y de ciertos elementos que podrían violentar al espectador…
Álex: El hecho de que el héroe sea el malo les costaría un poco, y cuando entras en el terreno de la violencia sexual…

¿Muchos problemas entonces con vuestro debut en EE.UU. hace ahora cuatro años?
Álex: Sí y no… Lo que nos dimos cuenta es que había que navegar esas aguas con mucha más diplomacia, más mano izquierda, sabiendo que, para conseguir algunas cosas, tenías que ceder en otras. Y siempre intentando saber que era lo más importante de conservar en la película. Es una manera de trabajar que, aunque te salgas con la tuya, y consigas hacer la película que quieras, te casca. No es la mejor manera. El jefe de la división del estudio de Paramount nos dijo que era una película muy adulta, nos lo dijo para bien y para mal. Para él como espectador era bueno, le gustaba más que otras que había hecho, pero ya se olía que sería difícil venderla. Era más fácil el rollo teenager
Es el tipo de película que queríamos hacer y de alguna manera nos ha abierto puertas para otras como por ejemplo Los últimos días.

Veo entonces por vuestras palabras que las diferencias deben ser grandes a la hora de levantar una película en España o en EE.UU.
David: Sí. En el modelo de EE.UU. tienes al estudio que decide poner sobre la mesa el dinero que va a costar esa película y la haces, es todo más rápido y más fácil. La contrapartida es que ellos son los propietarios del proyecto y debe quedarte claro quien manda. Sobre todo cuando surgen diferencias de opiniones; cuando todo va estupendo ningún problema, cuando hay desacuerdos es cuando todo queda claro. En España el modelo de levantar una película es mucho más laborioso, mucho más de conseguir diversas fuentes, productoras, televisiones, instituciones públicas, irte al resto de Europa… un proceso lento. Debes construir un puzzle sobre la financiación.

En una entrevista reciente que he visto por Internet, y relacionada con la campaña de vuestra nueva película, Álex mencionaba films como Abre los ojos (1997) y Tesis (1996), ambos de Alejandro Amenábar, o El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1995), en relación a que aquí también podían hacerse ese tipo de películas en el momento que las vio. Y es curioso que lo digas tú, cuando para vuestro debut tenéis que cruzar el charco, al igual que otros compañeros de profesión como Jaume Collet-Serrat, Luiso Berdejo o Víctor García.
Álex: Tenemos una percepción que, cuando los cineastas españoles se van a trabajar a EE.UU., de alguna manera hay un interés especial de Hollywood hacia España y, lamentablemente, no es cierto. Se debe a que EE.UU. siempre ha sido un muy buen ladrón de cerebros que se ha dedicado a captar talentos extranjeros de cualquier país cuando le ha interesando. Y esto ha pasado desde Fritz Lang. No distinguen la nacionalidad, simplemente es una industria muy grande que genera muchas películas y que está atenta a captar talentos. No creo que hayamos abierto ninguna frontera… allí nos fuimos por necesidad, aquí no había manera de debutar. Una respuesta que recibíamos mucho era la de que no producimos operas primas. ¿Si nadie produce una opera prima como vas a debutar? Por eso hay tanto realizador español allí abriéndose paso. La situación aquí es de inseguridad, incerteza, de no saber realmente como se van a financiar la nueva tanda de películas. Una situación que lleva, como en otros tantos campos en este país, a plantearse irse de España; los cineastas, desgraciadamente, no son los únicos. Y ten en cuenta que la mitad de las películas estadounidenses las hacen extranjeros.

Retomando Los últimos días, situar la acción en Barcelona es uno de sus aciertos. Ir viendo a medida que avanza la cinta lugares emblemáticos de la ciudad condal bajo la estela de la catástrofe es magnífico. Además de espacios como la red del metro o el centro comercial Gran Vía 2. Deduzco que poder contar con estos puntos no tuvo que ser tarea fácil…
Álex: Fácil no fue, nunca lo es. Un trabajo de convencer a mucha gente, reuniones, tranquilizar de que no se va a romper nada y todo quedará igual…
Un percal logístico ya que vas a acceder a unos espacios, si te los dejan, los días que a ellos les conviene. Como por ejemplo el Gran Vía 2, ya que está abierto al público. Eso significa construir un plan de rodaje muy complicado, con poco margen de maniobra, y donde si algo sale mal la localización la pierdes. Rodar en el Gran Vía 2 era únicamente poder rodar un día, eso significa que no podíamos decorar y ambientar el espacio como nosotros queríamos. Al final tuvimos la suerte de un puente y obtuvimos de esta manera dos días seguidos. La gente de arte entró a “destrozar” el local durante todo el domingo y luego entramos el lunes a rodar. Teníamos que realizar todas las escenas en un solo día, algo arriesgado ya que, si no daba tiempo, no íbamos a poder volver. Y cuando nos fuimos la gente de arte se iba a pasar toda esa noche trabajando para que al día siguiente estuviese todo impecable. Fue duro y complicado pero muy bien.

La película tiene la capacidad de poder ir moviéndose con soltura por diversos géneros, algo que en algunas producciones tiende a no acabar de funcionar. En Los últimos días sí funciona, tanto su apartado más cercano al terror o la ciencia ficción, como la utilización de la acción y la aventura para dotar al film de dinamismo, e incluso para acercarlo también a un público más amplio.
Álex: No hay una voluntad teórica de mezclar géneros. Es el reflejo del gusto ecléctico que tenemos de los distintos tipos de cine. Se puede hacer algo emocionante y, a la vez, emotivo; de sentimiento y de emociones fuertes; creo que todo esto se mezcla en la película. Es un film de acción, de aventuras… una historia de amor y de amistad. Y en el fondo, por inconsciencia o por ambición, lo queremos meter todo.
David: También es cierto que cada historia te pide una cosa. Trabajas una historia y al ver por donde quieres llevarla, como quieras acabarla, que mensaje quieras dar, miras hacia un género u otro.

Otro acierto es la pareja formada por Quim Gutiérrez y José Coronado, éste último con un perfil similar al Santos Trinidad confeccionado por Enrique Urbizu en No habrá paz para los malvados (2011). ¿Tuvisteis en mente desde bien temprano los actores que podían llevar el peso de la película o por el contrario se trató de un casting complejo?
David: Desde el principio queríamos una diferencia de edad entres los personajes, una diferencia generacional, y algo más allá de los dos colegas. Algo arriesgado en España ya que actores de la edad de Coronado tampoco hay tantos. Era una opción donde nos jugábamos todo, pero tuvimos la suerte de que José aceptó, si no nos hubiésemos quedado un poco en bragas... Nos gustaba mucho y ya lo teníamos en mente escribiendo el guión, y eso era antes del estreno de No habrá paz para los malvados. Oí hablar de ella cuando ya teníamos el guión escrito y fuimos a Tele 5, Antena 3, etc. a presentar el proyecto, ahí fue donde vimos el póster. Preguntamos qué era y nos dijeron que era una película que estaban haciendo con Urbizu pero que no sabían como iba a ir ya que era muy oscura, algo así como “el teniente corrupto que salva el mundo”, y dije: “interesante” [risas]. El póster molaba y también las pintas. Y el éxito de la película de Urbizu nos ayudó, no para convencernos nosotros, si no para convencer a productores y demás, para que vieran que Coronado era el ideal. Quim es muy distinto, con una técnica distinta, un contraste interesante.

Supongo que continuar trabajando aquí sería de vuestro agrado pero viendo la situación, que anteriormente comentábamos, cualquiera de los dos puntos, España o EE.UU., serán bien recibidos…
Álex: A nosotros nos encantaría seguir trabajando aquí, y lo seguiremos intentando, pero sería inconsciente por nuestra parte no seguir manteniendo puertas abiertas en los dos lados del charco.
Admiramos la carrera de Guillermo del Toro que es suficientemente listo como para determinados proyectos, cercanos a la cultura norteamericana, hacerlos allí, y otros proyectos más personales en Europa o España. Intentaremos ir por las dos bandas, es la riqueza.
David: También la frontera entre una película estadounidense y española se está difuminando cada vez más. Mira casos como Lo imposible o Mamá. Son de nacionalidad española, pero en el caso de Mamá pagado por dinero de la Universal, o Lo imposible, con el apoyo de Summit. No está tan claro como antes, no sé si es malo o es bueno…

¿Ahora toca descansar o bien reiniciar la maquinaria para dar comienzo un nuevo proyecto?
David: Nunca hay tiempo de descansar y disfrutar. Cuando las cosas te van bien las tienes que aprovechar, y cuando te van mal tienes que trabajar el doble para remontar ese momento, así que nunca hay paz para los malvados. No sabemos cual será el siguiente proyecto… hay que seguir luchando y levantar el máximo número de proyectos y confiar en que uno de ellos salga adelante.

Por último, ¿habéis pensado en una posible separación para probar cada uno en solitario en el campo del largometraje?
David: Me da mucha pereza…
Álex: En el pasado lo hicimos con los cortos y sabemos lo que es. Mientras la cosa funcione la siguiente será en conjunto. Si en la otra nos peleamos a muerte entonces habrá un cambio [risas]. Ahora mismo funcionamos mejor juntos que separados, es más divertido y se siente uno menos solo cuando está perdido en un hotel.